15 de junio de 2009

Ramón Pantunflas




Algunos lectores me han preguntado quién es Ramón Pantunflas. Algunos otros han acusado a este blog (y a veces con razón) de ser un blog con tintes, chistes, anécdotas o personajes "localistas". No es mi intención tener que estar aclarando cada detalle. Más bien me da orgullo presentarles a mi querido y curioso compañero. Aquí una breve biografía.

Nació en Atécuaro, Michoacán, un 20 de julio de 2008. Es de una raza canina de origen alemán, también llamado teckel, dackel o perro salchicha. Su peculiar fisonomía se debe a una mutación genética conocida como bassetismo, que dota a los ejemplares de extremidades muy cortas en relación al tamaño del cuerpo. Su vida ha estado marcada por 3 momentos: 1. Una infancia feliz, placentera, cómoda, abundante, perrona. 2. El abandono por parte de su madre (humana), etapa que lo marcó por el resto de sus días, una etapa triste, oscura y lamentable. 3. Es un perro sobrio, estudioso, serio, formal y muy crítico. Busca la verdad, el conocimiento, la belleza y la existencia a través de la filosofía. Lee vorazmente a Theodore Adorno, Jean Paul Sartre, Foucault y no soporta a Sigmund Freud. Actualmente escribe un ensayo titulado Desórdenes de personalidad de un perro abandonado. Además, habla fluidamente alemán, español, inglés y japonés. Como cualquier mortal, tiene debilidad por las perras altas y de razas de pelea. Sigue buscando el porqué de dormir con una pantaleta roja en el hocico y tiene una fijacion con morder los dedos de los pies.

PD: Le encabróna que la gente u otros perros lo señalen o se refieran a él diciendo simplemente: "mira un salchicha".
Ahh, le caen mal los niños.

5 de junio de 2009

Sin música.


Por: Gilberto Pizarro


He comenzado a creer estupideces, bueno, más bien empiezo a creer en lo que dice el viejo Valenzuela. En todo ese verbo de dejar de parrandear, desvelarse y de tomar (si se puede dejar las drogas por qué no). Lo peor ha sido tomar la vieja cámara y hacerme autorretratos, darme cuenta que mi mirada va hacia ningún lado, que tengo un pasado cansado para mi edad y que comienzo a añorar los días con mi padre.

Ayer creo haber pasado por una juguetería y regresar a casa con mil piezas de lego. Ahora bebo más temprano, dejo a un lado mis proyectos, y empiezo a creer que nadie me quiere (ha llegado de nuevo ese sentimiento adolescente, el amor no existe, estas solo, nadie te entiende). Ha pasado ya tanto tiempo.. sigo bebiendo sin control, y suelo recordar aquel tiempo en que te pedí regresaras; aquel en el que no perdoné a mi padre, el tiempo que pensé que sería eterno y que se fue tan rápido.

-¡Hey cabron ¿por qué dejas de tocar?..

-Te dije flor de capomo-… me caga que los pinches norteños se hagan pendejos, solo hacen que me ponga a pensar pendejadas…

1 de junio de 2009

Segunda Llamada






Por: Salvador Munguía

Sonó 7 veces primero. 1 minuto después, el teléfono seguía sonando. Insistió 10 veces consecutivas. Él se mantuvo quieto, presentía la llamada. Sabía quién estaba al otro lado del auricular. Se activó la contestadora: “como ya te habrás dado cuenta, ni Raquel, ni yo, nos encontramos en casa, haz el favor de dejar un mensaje y tu número telefónico, nosotros nos comunicamos”. Sentado sobre una repisa de libros, dio el último trago a la cerveza y puso atención a la voz que saldría del aparato contestador. Enseguida vino aquella voz, aquella voz que regularmente era suave, tenue, agradable. Sabía que esta vez, no sería así:

─Levanta el pinche teléfono Salvador, se que estás ahí. ¡Levántalo, carajo!
No lo hizo.

Ya entrada la noche, el teléfono volvió a perturbar la tranquilidad de aquella casa. La privacidad se terminaba por los constantes sonidos del teléfono.
Sonó las 10 veces seguidas y la contestadora volvió a activarse. Aquella voz, recuperó su originalidad, su verdadero tono, otra vez (lo suficiente) suave, sereno, amable.

─Salvador, contesta por favor. No quiero pelear. Llamo para sacar mis cosas, fui por la mañana y cambiaste la chapa… ¿qué onda?

Levantó el teléfono.

─Cambié las chapas porque te llevaste mi sala y el comedor, ¿qué querías?
─Te puedes quedar con todo lo demás, las cosas que yo también compré.
─ ¿Qué?, ¿tus pinturitas?, ¿tus cremitas?, ¿tus tanguitas? o ¿con tu perro?
─No empieces Salvador, quiero hacer las cosas en buena onda.
─Como te atreves a decir que en buena onda, si te robaste mis cosas, mi sala…te llevaste 5 de mis libros favoritos, solo para chingarme, ¿acaso sabes leer? ¿por qué te los llevas?… y claro, lo olvidaba, ¿debo portarme buenaondita después de que follaste con mi mejor amigo?... cuanta razón tenía Henry: “cualquier hombre, hasta el amigo más intimo, es un asesino en potencia”… ¿no lo dirás que duermo desarmado todas la noches para que venga a matarme, verdad?
─ Tu y tu pinches oraciones de intelectualito, deja de decir pendejadas…estás enfermo, me das lástima, jamás te engañe, el león crees que todos son de su condición, necesitas ayuda médica, no es normal que no puedas confiar en nadie, que creas que todos te engañan y mienten…pero haya tú, cree lo que se te pegue tu pinche gana…y necesito entrar por mis cosas.
─Pues a ver como le haces, aquí no vuelves a poner un pie, sino es que quieras que te deje el otro ojo morado.
─Hijo de puta, como te atreviste… solo con las mujeres puedes, pero verás cabrón… espero que con mis hermanos seas igual de machito y valiente, por cierto, ya te andan buscando, ya se enteraron de tu patanada.
─Uy que miedo, escúchame con atención mi reina: dile a los afeminados de tus hermanitos, que me la pelan, ya saben dónde encontrarme, también hazles saber que el día que vengan a mi casa, se aseguren de venir listos para los putazos y, que tengan la amabilidad de traerme mis discos que se llevaron los lacras esos, apunta cuáles: Wua y los Arrrghs!!!, la antología de los Mirlos y el de Kitty, Daisy & Lewis…ya sé de donde sacaste lo rata.
─Vete a la chingada, maldito infeliz. Te odio. Ojalá te mueras pronto.
─Ojalá.
Y colgó.
Me hubiera gustado mantenerme en silencio, no reclamar, decir, ni amenazar, o ser un perro como Ramón (y disfrutar de los placeres) reclamar hace vulnerables y débiles a los hombres, recordé una sentencia de Fernando Pessoa, la cual me fue imposible poner en práctica, pero tiene mucho de razón: "el placer es para los perros, las quejas para las mujeres y los hombres nos quedamos con el honor y el silencio". A pesar de haber mostrado rencor y coraje, un alivio inesperado recorrió mi ser. Enseguida me dormí y soñé con Lorena, la soñé bailando twist, con sus enérgicas caderas girando alrededor mío, sus delicados talones manteniéndose sobre las medias puntas del suelo, de manera sensual movía de atrás hacía delante sus pequeños y sensuales hombros, iba vestida con una blusa blanca y una holgada falda roja a la altura de sus rodillas, por lo que a mi respecta, era un excelso bailarín, me movía con ligereza hacía delante, atrás, a los lados, hacía abajo, juntos cantábamos let´s twist again con el mismo Chubby Checker, cantando felizmente al fondo de la alcoba. Dormí hasta la mañana siguiente. Media hora antes de irme a trabajar, cerca de las 8:30 de la mañana, y cuando estaba por terminar mis zucaritas, insolentes golpeteos se escucharon tras mi puerta, no podía creer que alguien a esa hora del día tuviera el descaro de importunar a su prójimo, miserables impertinentes. Mi perro Ramón comenzó a ladrar incisivamente. No cesaban los fuertes manotazos, intentaban derrumbar no solo la puerta, sino mi propia casa. Me apresuré para saber de que se trataba tanto escándalo, más valía que fuera por algo que valiera la pena, sino me iban a escuchar. Abrí de inmediato, ahí estaba Julián, Manuel y Ricardo, hermanos de Raquel:

─Buenos días muchachos, con tocar una vez es suficiente, ¿no creen?... ¿qué los trae por aquí? ¡qué milagro! ¿gustan pasar? …cuánto gusto en volver a…
Un puñetazo se estrelló a la mitad de mi respingada nariz.
─Pinche Manuel, pegas como niña.
Enseguida los otros dos gorilas me sujetaron por la espalda.
─Dejen de ver películas de Van Damme jóvenes.
Con las manos una vez inmovilizadas, Manuel estampó un directo de nueva cuenta en mi rostro.
─Ahí no papá, en la cara no… no le voy a gustar a tu hermana.
Julián, que estaba sujetándome con fuerza uno de los brazos, dijo:
─Dale uno en el hocico, pa que se calle.
─ ¿Hocico se escribe con h?... ¿o sin h cuñadito? ─Hijo de tu chingada madre ─dijeron los otros dos─ dos fuertes ganchos sobre mis costillas, me doblaron fácilmente.
No perdieron tiempo, un segundo después, los gorilas me aventaron al suelo, recibí 10, 20, 50 o 100, ─no sé bien cuantas─ certeras patadas en todo mi cuerpo, uno me piso la cabeza, el otro brinco sobre mi barriga, uno me agarró de los huevos, los 3 continuaron dándome puñetazos con odio y saña.
Hasta que se cansaron, me dejaron de pegar. Todavía consiente, escuché preguntar a uno de ellos:
─No que muy riata cuñadito…eso te pasa por pasarte de verga con mi hermana.
A lo que con trabajo, respondí:
─Me saludan a la golfa esa… díganle que para la otra, traiga unos más cabrones, unos que sí sepan pegar, no a 3 niñas como ustedes comprenderán.
Una última patada en la cabeza me hizo perder el conocimiento. Desperté en mi cama ─tuvieron la amabilidad de cargarme─ o mejor dicho, me despertó Ramón Pantunflas, el perro de Raquel, (ahora mi perro) lamiendo las heridas de mi rostro, se le veía alarmado, y como no, si la boca no dejaba de sangrarme, la nariz la tenía de boxeador, mis ojos estaban inyectados de sangre, la cabeza llena de chichones, me costaba trabajo respirar, seguro tenía más de alguna costilla fracturada.

Con el hocico picudo y su fría nariz, Ramón intentaba a través de leves empujones sobre mi rostro, mantenerme despierto, sus ojos negrísimos, reflejaban angustia y preocupación. Escuché por vez primera su voz, creí que por la edad que tenia (11 meses) podría ser una voz chillona, aguda, al contrario, no se le cortaba la voz como cualquier otro púber, con voz grave, casi ronca, y con un extraño lenguaje, cortés y educado, me preguntó:

─Sr. Salvador, si me lo permite, dígame a quién acudir para poder ayudarle, sobre primeros auxilios no estoy lo suficientemente preparado, pero…
─No lo sé Ramón, pero me está cargando la chingada.
─Si, lo sé, está usted muy golpeado, no se duerma, leí lo peligroso que puede resultar para alguien que se encuentra en su condición, puede entrar en coma y podría morir pronto, de un derrame cerebral o de un paro respiratorio.
─Que bueno que te preocupes por mi Ramón… tráeme un vaso con whisky y muchos hielos.
─Perdóneme Sr. Salvador, pero no creo que esa sea la mejor solución, además usted toma mucho últimamente. Olvide a esa ingrata mujer, ya ve lo que le hicieron por su culpa, yo ya lo hice, la olvide, la olvide para siempre.
─Gracias por tus consejos Ramón, no creí esperarlos de ti, eres muy joven, pero eres listo.
─Gracias a usted, posiblemente no sea el momento, pero quisiera agradecerle por su hospitalidad, por lo amable y responsable que ha sido conmigo. Perdone que me tome otra molestia, pero quisiera que fuéramos buenos amigos.
─Gracias Ramón, lo somos, pero no me hables de usted.
─Como usted diga.

De nueva cuenta, volví a dormitar. Cuando volví a despertar, el largo y peculiar cuerpo de mi perro, se encontraba dormido tranquilamente a un costado mío. Sentí compasión, ternura y agradecimiento por la amistad de mi curioso compañero. Por cierto, de cualidades extraordinarias: amable, inteligente, sensible, valiente. Mientras acariciaba una de sus caídas y largas orejas, un recado escrito sobre un papel de color chillante, sobresalía de mi repisa, con trabajo y dolor, me acerqué y alcancé a leer:

“Cuñadito, nos llevamos las cosas de Raquel, aquí te dejo tu disco de los Mirlos, los otros después te los doy, están chingones los Wow y los Arrrghs!!!, dan ganas de matar escuchar a estos cabrones. Nos encargó mucho mi hermana que te recordáramos te hagas cargo de Ramón, dale de comer, está muy flaco, no seas cabrón.

PD: Raquel te mandó dos libros, pinche cuñado estuve leyendo el prólogo de Trópico de no sé que madres, del un tal Henry Miller, y con razón estás como estás pinche cuñado… por el momento, lee uno de los míos, se llama: Conócete, Acéptate, Supérate: Grafología y flores de Bach, quédatelo, espero te sirva. Atte: Tus cuñaos”.

28 de mayo de 2009

Rue Montorgueil à Paris

26 de mayo de 2009

DÍAS CANNIBALESCOS EN CANNES



Por: Gilberto Pizarro

─ ¡Chava! ¡Chava!
─ ¿Qué onda cabrón? ¿Vas a entrar a ver la película?
─ Si guey, si quieres te aparto lugar adentro, ya sabes yo entro más rápido.
─ Vientos nos vemos adentro.

Para entrar a las proyecciones para prensa en el Festival de Cannes tienes que formarte, las acreditaciones están por categorías, cuando desconocen de que medio vienes o simplemente cuando se trata de un medio primerizo, tu acreditación es color amarillo, así que deberás esperar a que los de rango más alto, entren primero que tu, y si por casualidad se agotan los asientos, te pierdes la función.
─ Gracias cabrón.
─ Oye, ¿Por qué me dijiste Chava? ….Si hay algo que más me emputa es que me digan Chava. Ya ni te iba apartar lugar.

─ Discúlpame, no sabía que te molestara tanto, tengo amigos que se llaman Salvador y siempre les he dicho Chava o Chavo, pero bueno ya no te enojes Chavita.
Era ya sábado por la tarde, y después de esa breve plática con el Chavita la conversación no volvió a ser la misma. Salvador alias Chavita, es esposo de la N, la buena amiga N (amiga de muchos que leen este blog), es quien me había animado a sacar la acreditación para el festival. A Salvador no lo conocía del todo, hasta ahora, lo único que sabia, era que le cagaba que le dijeran Chavita o Chava, Lo raro fue como nos conocimos. Viajando rumbo a Cannes me tocó sentarme junto a él, sin saber que era el esposo de la N, realmente fue extraño, sobre todo al analizar un poco las condiciones: dos mexicanos, en el mismo vagón, los cuales aparte de ser mexicanos tienen una persona en común, si dos mexicanos entre una bola de franceses alcohólicos, un grupo de hippies drogadictos, una mujer peruana que cada dos horas fue a preguntar si ya habíamos llegado a Mónaco, al final solo era una casualidad.
Era mi tercer día en el festival, ya conocía un poco la ciudad, había visto buenas y muy malas películas, y empezaba a entender lo que es el trabajo periodístico, (para mi nada emocionante) pude entrar a la fiesta de la película que abrió el festival y hasta ese sábado, había tenido la oportunidad de conocer Cannes a través de sus habitantes. Las primeras noches en Cannes las pasé en la casa de una francesa, su nombre no tiene mucho caso que lo mencione. Ella era una persona ya un tanto grande, sola, que vivía en un pequeño departamento lleno de adornos hindús y lo que según ella llamaba estilo Feng shui. Antes de aceptar quedarme ahí, había visto opciones de hospedaje en Cannes, lástima que para estas fechas, todos hacen su agosto, creen que todos los que van a Cannes son millonarios; con la mujer Budista fue casi lo mismo, de hecho aun me pregunto si realmente era budista después de lo que me cobró, no la pasé mal, pero me sentí estafado, pagué lo que podría haber pagado en un hostal o bien en un campamento. Pero para las fechas del festival, encontrar un lugar en Cannes a buen precio es algo difícil o simplemente no existe. La acreditación como periodista en el Festival no te asegura tu hospedaje, esta es una de las razones por las cuales todos los hoteles, hostales y departamentos son muy caros. Después de haber estado en el departamento de la budista, a través de una página llamada couchsurfing, contacté a dos personas que me alojarían por tres noches, lo que me ahorraría el dinero de la estancia.

El día couchsurfing

─ Tu le connais? (¿Lo conoces?)
─ No, et toi? (No, ¿y tú?)
-Oui… c’est personne… (Si, no es nadie…)
No sé si era un tanto el efecto del alcohol, o l’herbe, pero el comentario de Oda, estaba por definir lo que quedaría para mí como significado del festival. Cuando caminas por Cannes bien vestido, hay muchos fotógrafos que te detienen para que poses ante ellos, claro esto siempre que vayas bien vestido, de igual forma saliendo de las funciones de gala donde todos van vestidos con smoking y trajes de noche. Hay cientos de fotógrafos tras una barrera y comienzan a disparar mientras alguna vedette sonríe, simulando tener orgasmos al recibir los flashes de una docena de fotógrafos.
Oda formaba parte del grupo de amigos de Aude et Lois, quienes me dieron hospedaje durante casi cuatro días. Cuando estás de viaje por poco tiempo es obvio que no conoces a las personas a profundidad, pero tiene sus ventajas, permiten una convivencia más rápida y fluida: la cerveza, la música y l’herbe. Disfruté mucho de la compañía de gente que no estaba muy interesada en el festival. Pude asolearme en una playa cerca de Cannes y probar un poco de agua helada de mediterráneo. Con ellos visite Nice y bebí en gran cantidad de bebidas embriagantes. Me identifiqué mucho con ellos por algunas situaciones que pasaron y que comúnmente me ocurren a mí, como aquel día en el que le volaron el estero al coche de Oda, le expresé algo en francés, que traducido diría: –que mal pedo, tu estéreo- él dijo: –hijos de la chingada se volaron mi estéreo-. También aquel día, que Aude, por estacionarse terminó sin un retrovisor, todo esto me hizo sentir situaciones que trajeron consigo varios flash backs. Sentí tristeza saber que me quedaba poco tiempo al lado de mis nuevos amigos, había disfrutado en verdad de su compañía, además eso implicaba tener que buscar otro lugar donde dormir, de nada sirvió pedirles una noche mas de alojamiento, tenían planeado un tour por Bordeux.
Me tuve que despedir e ir pensando en donde iba a dormir el lunes, sobre todo porque mi objetivo era ver por último la película de Tarantino y dejar Cannes.
Para el lunes comenzaba a rodar por mi cerebro una idea tonta de pasar la noche en la playa, realmente lo pensé poco y recordé algo que el amigo Chavita dijo: Si te quieres quedar más tiempo y de plano no encuentras donde quedarte, yo te puedo echar la mano, tú no te preocupes… Hablé con Chavita ese día para preguntarle si había chance, solamente dijo que le siguiera buscando.
El festival tiene dos caras, una es todo lo que puedes ver en la tele: el desfile en la alfombra roja, los pingüinos, las mujeres de cuerpos perfectos, las joyas, los autos, el votox, el silicón, los hombre de smoking y bronceados UV. La otra cara es el cine, pero el que se aleja de todo lo que es el glamur, bueno para ese momento para mí lo era, realmente me olvidé por completo de donde pasar la noche ese día, sobre todo por el hecho de dedicarme a ver películas. Por un momento regresó en mi la incógnita, de donde dormir cuando entré a ver “Daniel y Ana”, sobre todo porque una película tan mala te hace recordar donde estás (estás en Cannes viendo una porquería y recuerda no tienes dónde dormir). Entre películas, el tráfico vehicular, el paso de alguna celebridad, etc., se pasa el tiempo bastante rápido. Estaba en un coctel del IMCINE, y aproveche para borrar la idea de donde dormir con un poco de alcohol, bueno a decir verdad tenía que ser mucho para no preocuparme y simplemente terminar borracho dormido en la calle. Hubo un momento donde extrañe las platicas interesantes, y a mi oído llego el sonido de una voz fresa y pedante que presumía haber gastado dos millones y medio de dólares en “Daniel y Ana”, lo que hizo sentir más necesidad de los tequilas que estaban ofreciendo, el estar entre mexicanos me hizo pensar que podría conseguir asilo con alguno de ellos, pero todos me decían lo mismo, hubo uno que me dijo: ─si no te preocupes, tu espérame tantito deja moverme un poco y te consigo, tu nada mas aguántame ─ sabía que no regresaría. Ahora entiendo que el hecho de haberle regalado un cigarro y el haberle platicado como había llegado a Cannes (situación que según él era interesante) bastaban para hacer falsas promesas.

La noche que no dormí

Time takes a cigarette, puts it in your mouth
You pull on your finger, then another finger, then your cigarette
The wall-to-wall is calling, it lingers, then you forget
Ohhh how how how, youre a rock n roll suicide”
-Ziggy Stardust-

El coctel había terminado, me encontraba en el cinema de la Plage con el amigo Valerio. La canción con la que terminaba la película de Ziggy Satardust casi causó un efecto de calma, y ya no me importó mucho en donde dormir. Valerio, era un director de Brasil que había venido a Cannes con el propósito de presentar su cortometraje en la esquina de los cortometrajes del Palais; creo que después del coctel mexicano, Valerio fue la única persona con la que pude conversar de cine, bueno era la única persona que aunque no compartíamos idioma tuvo un platica bastante entretenida e interesante; también le pregunté si era posible alojarme en el lugar donde estaba pero él no titubeo y me dijo que no, lo que no me incomodó por lo menos fue honesto, creo que gracias a eso pude seguir platicando con él sin sentir ningún remordimiento. Valerio, al igual que yo, compartía mucho de lo que pensaba acerca del festival, él estaba decepcionado de no poder ver todas las películas, pero igual que yo, empezaba a dudar de que todo lo que se mostraba en competición fuera realmente bueno, para mí el mejor cine lo había visto en la semana de la crítica, aunque no por eso quiera decir que dentro de los filmes de competición había solo malas películas, yo tampoco alcance a ver todo lo que quería, pero me dio gusto saber que hubiera tanta gente apasionada por el cine y no por el espectáculo que se trae a Cannes.
Al final, la noche del lunes, la pasé en la calle, más bien dicho entre la calle, el Palais y la playa. Todo fue extremadamente repetitivo, de alguna forma intentaba dormir y nunca logré encontrar un lugar donde hacerlo, tengo que decir que las playas en Cannes son frías por la noche, que incluso en primavera la arena es muy fría. Imagino que para los guardias de seguridad yo fui como un fantasma dentro del Palais, caminaba por los stands vacios, me sentaba en las salas a ver el resumen del día y dormitaba un poco, llegaba seguridad y solo se me quedaba viendo con extrañeza, me tenía que mover para no causar sospechas, fue todo un Déjà vu tras otro, entraba y salía, por las calles pasaba una y otra vez por el mismo aparador, en la playa los perros de vigilancia me ladraban, los vagos no dejaban dormir porque reclamaban su lugar, intenté entrar a varias fiestas pero creo que mi ropa arrugada en ese momento no era la mejor carta de presentación, y mucho menos en este festival. Logré aguantar la noche sintiéndome una especie de sonámbulo, más un zombi, no es muy buena idea pasar la noche en una ciudad que casi no duerme o por lo menos no durante el festival, a las 5 de la mañana cuando parecía todo estar tranquilo y encuentras una esquina cálida en la playa las maquinas de limpieza no te dejan dormir. Creo que la próxima vez que duerma en la calle voy a analizar las cosas un poco más o, por lo menos, me aseguraré de estar preparado con una buena cantidad de alcohol, así todo eso que decía Bowie en la canción dejará de tener sentido.
El martes por la mañana, como no había dormido, entré a la función de la película de Almodóvar, por motivos suficientes, creo no haberla visto o bueno creo haber mezclado mis sueños con lo que era la película. No recuerdo si yo era el que estaba dormido pero juraba escuchar detrás de mi un señor roncando, pienso que tal vez era un sueño el estar en la sala del cine escuchando a alguien roncando, que tal vez el que roncaba era yo, y por eso al final la película se me hizo un tanto extraña, pero muy Almodóvar. El martes dormí en Nice, a excepción de la película de Almodóvar, disfruté casi todo el día con buen cine. Ese día no fue tan emocionante como el anterior y hasta resulto rutinario; checar las películas que iba a ver, ir al Monoprix a comprar algo para comer, entrar al cine, entrar al Paláis, caminar, buscar la sombra y sobre todo, observar a toda la gente que alucinaba por ver quién salía de esa limosina.
A Chavita no lo volví a ver, supongo que le molesto que le dijera Chava, jamás me interesó preguntarle más sobre porque le molestaba, creo que era causa de algún trauma de secundaria. El miércoles fue mi último día en el festival, tuve la oportunidad de descansar, de ver la película de Tarantino, verlo hacer espectáculo ante cientos de personas, aprovechar las últimas cervezas en el bar del Palais, y querer quedarme un poco más. No iba a estar más tiempo, para mí lo que estuve en el festival fue lo suficiente para no odiarlo, y a la vez, para poder querer más al cine. El hablar de los viajes resulta un tanto personal, cada quien tiene un punto de vista muy diferente, hasta ahora no he tenido malas experiencias y no puedo hablar mal de ningún lugar al que he ido. Creo que cada quien cuenta las cosas a como les va en la feria y realmente ha sido una buena feria.

19 de mayo de 2009

La Llamada






Por: Salvador Munguía


─Bueenooo… ¿Chava?
─Él habla, que pasó abuela ¿cómo estás?
─Achacosa, enfadada, cansada de tu abuelo, ya sabes… ¿Y tú qué tal? ¿Por qué no me has llamado?
─No me han dado ganas abuela.
─Por lo menos eres sincero cabrón, no como el mentiroso de tu hermano que dice tener trabajo todo el tiempo.
─¿Ya sabrás el motivo de mi llamada?
─Supongo.
─Tu madre está vuelta loca, me ha llamado para contarme que golpeaste a Raquel, y que de paso se largó de la casa.
─Es cierto.
─¿Y lo merecía?

Un silencio se interpuso en la plática. Después de un profundo respiro contestó:

─Si.
─Lo sabía, esa mujer era un puta, lo vi desde la primerita vez que la trajiste a la casa, se lo dije a tu abuelo, esas moscas muertas que todo el tiempo te piden las cosas por favor, que siempre mantienen una sonrisa en el rostro, que hablan suavecito, y sobre todo dos cosas hijo, apréndete esto: no confíes en una mujer que no come carne y todo esa basura de salvar el reino animal, carajo…¡ahh y sobre todas las cosas, que no sostengan la mirada cuando las estés viendo, no son de fiar!
─No empieces abuela.
─ ¿Y que piensas hacer? Encerrarte y beber todo el tiempo, hasta que te cargue la chingada, como con la última, ¿cómo se llamaba? ¿Laura? ¿Lorena?
─Lorena, abuela.
─Esa me caía muy bien, me recordaba a mí de joven, era hermosa y frondosa, no como la esquelética de Raquel… que fue lo que paso con Lorenita hijo.
─Abuela déjame en paz, estoy ocupado, además no quiero hablar de eso.
─ ¿Ocupado? Cabrón, has de estar con una botella en la mano, por lo menos asegúrate de beber algo digno. ¿Ya comiste?
─No.
─Voy a mandar al huevón de tu abuelo, que te lleve algo, hice chiles rellenos. Hasta un favor me harías en aceptar, tu abuelo sale a la calle, mientras yo aprovecho para irme a pintar el pelo… ¿rojo se me verá bien?
─Estás muy vieja para andarte pintando el pelo de ese color.
─Ahora resulta que un fantoche-fachoso como tú, me va a decir que color me queda y cual no.
─Abuela, debo colgar.
─Ni se te ocurra Salvador.
─¿Qué le digo a tu madre, para que se calme? ¿Irás a buscar a Raquel?
─No.
─Ve por Lorena, búscala hijo.
─No digas tonterías abuela, Lorena se casó hace 3 años.
─ ¿Y qué?, esa chica te amaba, no como la golfa de Raquel, maldita piruja. Aunque sino mal recuerdo, con Lorena fuiste un desgraciado traidor, como se te ocurrió acostarte con su hermana. Ya sabes que muy creyente nunca he sido, pero algo de cierto tiene uno de esos 10 mandamientos: “no desearás a la mujer de tu prójimo”, carajo, ¿si sabías que el prójimo era tu mujer?
─Abuela, eres la menos indicada para darme consejos, te recuerdo que intentaste envenenar al pobre de mi abuelo y tu propio padre murió de manera sospechosa.
─Cuida tus palabras, insolente, y te aclaro algunos detalles; el cabrón de tu abuelo se acostaba con la pobrecita de Carmen, aquella sobrina mía que vino del Df embaraza, estabas muy escuincle para acordarte de ella y del momento.
─La recuerdo, y recuerdo a mi abuelo convaleciendo y maldiciéndote en el hospital.
─Pobre diablo, de la que se salvó… otra cosa, jamás se te vuelva a ocurrir decir que Don Rodolfo era mi padre, era el marido de tu bisabuela, ese maldito si debí matarlo con mis propias manos, toda su vida fue un hipócrita. El piojoso estaba esperando que muriera mi madre para sacar las garras y quedarse con todo. Además eso que tiene que ver, no tengo porque estarte dando explicaciones a ti. Saliste como tu abuelo, pirujo, mentiroso, borracho, todo tienen.

Otro silencio.

Ahora un respiro hondo de la abuela. Otro más.

─Te quiero mucho hijo.
─Yo a ti abuela.
─ ¿Vas estar bien?
─Por el momento no.
─Te voy a presentar a Lupita, es la hija de mi amiga Carmen, la maestra, su hija también es maestra y no esta casada, es muy amable la muchacha, y lista hijo, tiene sesos, no cualquiera.
─Gracias abuela, así estoy bien.
─No puedes quedarte solo hijo, ya debes establecerte, tener hijos, una buena mujer a tu lado, no como la piruja de Raquel.
─Ya basta abuela, me voy.
─Esta bien hijo. Cuídate mucho, te mando besos.
─Yo igual, saludos al abuelo.

Una semana después, la abuela con el pelo teñido de rojo, había muerto. Durante la cena, agregó la suficiente cantidad de raticida a la rica avena que minutos antes había preparado. El abuelo se salvó de milagro (otra vez). Está convaleciente (otra vez). Hasta ayer seguía maldiciendo a la abuela (otra vez).

Durante el lluvioso funeral de la abuela, una chica no paró de llorar, él se le acercó y le ofreció un pañuelo, le preguntó como es que conocía a su abuela, contestó que fue amiga de su mamá. Así conoció a Lupita, la maestra. Era hermosa, la abuela ─casi siempre─ tenía razón.