Es de noche y parece no tener importancia la hora que es, ni el cansancio que muestra tu cara o bien la embriagues que sientes para no poder dormir, pareciera innecesario tratar de escribir algo para que alguien con aguda critica lo lea y piense que lo que está a punto de leer es una sarta de pendejadas. Así suelen ser las cosas que leemos, de las cuales poco podemos retener. Ahora en lugar de llegar a escribir en un diario, hay personas que escriben frente a sus computadoras, bailando sus dedos por un centenar de botones, haciendo como aquel juego del avión saltando de un lugar a otro. Todo ha cambiado, ya parece no ser necesario tener un tema, sino simplemente dejarse llevar por el azar de los dedos pulsando de una tecla a otra. Lo difícil es crear un texto sin contenido, algo vacio, que no te diga nada y que por innecesario que este sea, te veas obligado a leerlo, a llevarte por callejones de palabras que no t i e n e n s e n t i d o. Lo mejor es no leerlo, pasar y darse cuenta de que no tienes nada de que enterarte, que lo único que hará que leas esto es ver cómo pasa el tiempo mientras tus ojos van moviéndose silaba por silaba. Por eso no hay consejos para dejar de hacer lo que parece innecesario.