18 de enero de 2010

Cristal





Capitulo II

Un amigo salvaje llamado Edgar


Invité a Edar, un chiflado amigo de la infancia, era de esos amigos que a ninguna madre sobre la faz de la tierra le gusta para amigos de sus hijos. Era dos años mayor que yo y, dicen que ya había estado en el tutelar por haberse metido a robar la casa de una vecina. Se rumoraba que abría carros para vender los estéreos y, que en la comercial mexicana ya no lo dejaban entrar por ratero, pero no me constaba, conmigo era buena persona, aunque debo reconocer que una vez me robó el control remoto de mi casa, en fin, era mi amigo y lo estimaba. Le advertí que no se fuera a robar nada, se indignó un poco. Lo invité porque además era extrovertido, agradable y se llevaba mejor con las personas más grandes. Pero no fue así. Durante el camino, Edgar compró unas cervezas que en menos de 30 minutos ya se había empinado, bebía enloquecidamente. Llegamos puntuales. Al llegar, Edgar ya estaba borracho. Cuando Cristal abrió la puerta dijo:

─ Shavita, muñeco, en ti estaba pensando, llegaste muy puntual, no ha llegado nadie.
─ Hola…. –Edgar no me dejó terminar y se presentó diciendo:
─ Mi reina, es un placer, me llamo Chayanne, -dijo el muy chistoso y, enseguida le besó de manera lasciva la mano. Era un mal comienzo.
─ Vaya, has venido acompañado Shavi.
─ Si, es mi amigo, Edgar se llama.
─ No soy Edgar, me llamo Chayanne, mira esto. -Y comenzó a aplaudir, haciendo medios giros y giros completos, bailaba como idiota.
─ Ven conmigo mi reina, baila. –Decía el barbaján de Edgar.
─ Que amiguito Shavi…pasen, les invito algo de beber.

Increpé a mi amigo y le dije que no se comportara como un subnormal. Él solo se carcajeó:

─ No te preocupes, déjame a mi la situación, verás como nos hace sexo oral a los dos.
─ ¿Estás loco o que te pasa? –dije indignado.
─ No me dirás que estás enamorado de una golfa, porque vaya que lo es…, qué no te das cuenta…, quién diablos se llama Cristal y usa blusas sin brasiere con minifaldas que no dejan nada a la imaginación….observa, trae llena de oro el pescuezo y las manos, tiene un tatuaje cerca de la nalga y en los tobillos, vive en un departamento lujoso y de mal gusto y, que me dices de esa camionetota…, pero lo más importante; checate los callos que tiene en la palma de las manos…y sabes por qué se les hace; por el tubo…, por el tubo “Shavi”…, está bonita, pero es una pirujilla….-Odié en ese instante a Edgar, todavía el cínico dijo:
─ Mira, lo que es un hecho, es que te quiere follar…, pero de paso yo también aprovecho… ¿cómo ves?

Me molestó la actitud de mi amigo.

Estaba a punto de discutir su teoría, cuando Cristal apareció:
─ De que hablan chicos, -preguntó Cristal, mientras terminaba de preparar las bebidas.
─ De nada, -contesté yo.
─ De tu nombre, -dijo Edgar.
─ ¿Qué tiene mi nombre?
─ Es misterioso. -volvió a contestar Edgar.
─ ¿Qué tiene de misterioso? Es original. -Dijo ella.
─ Si, lo es, -dije yo para terminar la conversación.
─ ¿A que te dedicas? -preguntó otra vez Edgar.
─ Soy asesora financiera de una inmobiliaria.
─ Vaya, vaya, - contestó irónicamente Edgar.
─ Bueno, ya hablaste musho, deja que hable Shavita.
─ No tengo nada que decir. –contesté incomodo.

Una llamada en el teléfono de Cristal, afortunadamente interrumpió la sarta de preguntas y respuestas.

─ Espera, verás lo que le soltaré ahorita, dejémonos de preguntar babosadas, - volvió al ataque Edgar.
─ Estás borracho, querrás que nos corra a patadas.
─ Es una puta, esta acostumbrada a las preguntas fuertes y directas.
─ Te lo suplico, no lo hagas…no enfrente de mí, yo te invite. –Le supliqué y me arrepentí de haberlo invitado.
─ Está bien, lo haré de una manera sútil.

Enseguida volvió Cristal y, Edgar terminó de arruinar la tarde.

─ ¿Oye y tienes algún vicio? –Preguntó el idiota.
─ ¿Me has visto cara de viciosa, o qué? –Respondió Cristal enojada.
─ No para nada…me refiero a que…no sé…yo soy un vicioso al baile, de vez en cuando al tabaco…-Sentí pena ajena. Apreté los ojos y me avergoncé por la estupidez e impertinencia de mi amigo. Cristal respiró hondo. Con sus ojos verdosos me miró fijamente, con la vista me reclamaba como era posible que yo hubiera llevado a aquél orangután como mi acompañante. Volví a arrepentirme.

─Ahora vuelvo, me cambiaré, no tardan en llegar mis invitados. –dijo Cristal secamente y, se retiró.

Molesto, le reclamé a Edgar su insolencia. Éste a su vez, solo se limitó a decirme:

─ La cagué Salvador…no quiere nada conmigo… me voy…suerte matador. Le pedí que se disculpara antes de irnos-, pero agregó:
─ No seas estúpido, quiere contigo, se le ve en los ojos, te quiere coger, no sé como le harás con esas mamadas de tu “virginidad”. Recuerda que es una piruja y esas son otro cantar. Cuídate.
─ Edgar, no te vayas, espera. Por lo menos ten la decencia de despedirte.

De pronto Cristal volvió a la sala, traía un lindo y ajustado vestido negro que relucía magistralmente sus curvas, unas botas negras a la altura de la rodilla y un espantoso crucifijo de oro alrededor de su cuello.

─ Deja que se vaya Shavi…no tardo, estoy por terminar de arreglarme.
Una vez que escuché eso, mi corazón volvió a sucumbir. Y Edgar por fin se largó.


Casi caigo


Esperé 10 minutos cuando por fin Cristal terminó de arreglarse. Se veía espectacular, hermosa. Tomé uno de los cojines que estaban cerca y tapé de inmediato una pequeña erección que tuve al verla. Me sirvió un whisky, le advertí que no bebía, pero insistió tanto que no me resistí. Era la primera vez que mi cuerpo recibía sustancias nocivas, sin embargo lo digerí bastaste bien. Sentía un rico calor, una extraña mezcla de tranquilidad y confort. Hablé sobre mi afición excesivo al deporte, sobre mi familia, religión, el dolor de cabeza que me producían materias como matemáticas y física…, ella, Cristal, parecía muy interesada…, dejó de beber y, se fue acercando poco a poco a mí. De manera suave comenzó a hacerme circulitos en la cabeza, de vez en cuando su mano bajaba hasta tocar mi cuello, daba ligeros apretones a mis torneados hombros…, era delicioso…, ni Liliana cuando se le alborotaba la hormona me hacía sentir aquello. Tuve una erección que no pude ocultar cuando su nariz fría tocó mi cuello, lo olisqueaba apaciblemente, a veces daba fuertes bocanadas, yo mantenía fuertemente el cojín unido a mis piernas que me temblaban infantilmente…, sus manos seguían descendiendo, tocó mis pectorales y sus ojos se agrandaron, -estaba con un púber, pero bien dotado-, sentía su dulce aliento muy cerca de mis oídos, las manos seguían descendiendo, mi respiración era irregular, su mano derecha se acomodó justo en mi entre pierna y, después fue en ascenso, tragué saliva…, recordé mi promesa de virginidad, por un instante dudé en parar esta situación…, pero mi fortaleza moral pudo más e inesperadamente interrumpí aquel acto picante…, que dicho sea de paso, era bastante agradable.


A que hora llegan tus invitados, -pregunté.

No te preocupes Shavi…, tenemos tiempo…, que perfume usas, hueles delicioso. -seguía olisqueándome.

No lo sé, es de mi padre.


Empezaba a flaquear de nuevo, cuando un fuerte toquido me salvó de aquella situación embarazosa. Se trataba de Roxana, Pamela y Olga, tres mujeres igual de espectaculares que Cristal, junto a ellas venía un tipo chaparro, mal encarado mal vestido, mal dotado..., un tipejo desproporcionado, sin más. Al verlo, Cristal hizo cara de sorpresa, una expresión dura, preocupada, nerviosa. En cambio las otras tres seguían risueñas, al verme se presentaron de manera amable. El tipo chaparro se quedó afuera, dentro de una camioneta con vidrios polarizados. Cristal me haló hacia la cocina, me dijo que debía de irme y que en ocho días la buscara. Me advirtió más de una vez que no se me ocurriera visitarla entre semana.

El próximo sábado Shavi…no faltes. Aquí te estaré esperando…Y, recuerda no venir a buscarme entre semana. –Un beso en nuestras bocas dio por terminada aquella tarde.


Al salir de su casa, el chaparropanzón me vio de forma retadora…, no me ofusqué, lo vi directo a los ojos y a paso lento me retiré.

Caminé sin cesar, estaba confundido y desconcertado, me hice algunos cuestionamientos:

Primero: ¿cómo era posible mi flaqueza, mi debilidad ante una desconocida?

Segundo: retumbaban en mi cabeza las palabras de Edgar: “es una pirujilla, entiende, ¿quién diablos se llama Cristal?”;

Tercero: ¿quiénes eran esas 3 “amigas” de Cristal, vestidas tan vulgar, con ostentosas joyas y con cuerpos envidiables…, pero sobre todo, ¿quién era ese chaparropanzón?

Cuarto: ¿por qué Cristal se había puesto tan nerviosa al ver al chaparropanzón? y sobre todo, ¿por qué me advertía no ir por ningún motivo a visitarla entre semana?


¿Perderá el joven Salvador la virginidad o su fuerza moral es más grande que una calentura?

¿Quién diablos es Cristal?....Lea el próximo capitulo.


2 comentarios:

Gilberto Pizarro dijo...

¿Se convertirá esto en un guión para el libro vaquero? ¿Será acaso que Salvador ahora escribe para Telerisa? Esta muy chido el texto

Liliana dijo...

jajajajaja yo creo que Cristal tiene un secreto muy grande....jajajajajaja. Chido Chavita. ;)