21 de mayo de 2008

Los libros, ¿Para qué?

Rafaela R.

Cuando tu precaria formación académica viene de escuelas públicas, tarda una en ver la utilidad de la lectura y en mi caso, “un debe ser” cuando pensaba en la lectura, torpemente asistía a la única biblioteca pública con los libreros al alcance, tropezando con páginas ilustradas algunas coloridas y otras pálidas en su impresión, sin embargo andaba a ciegas, esto suele pasar cuando no hay hábito de lectura ni atrás, ni a un lado, ni adelante, en tu círculo de convivencia, y tratas de entender el porqué de esta práctica.

En verdad es cosa de azar toparse con la literatura o el arte en este país, con el grueso de la población con salarios mínimos y con formación en escuelas públicas.

Y en este tratar de entender el sentido de la palabra escrita, hago referencia a algunas reflexiones de Mario Vargas Llosa en este tema, aunque un poco extremista al declarar a la lectura como la única rama de las humanidades capaz de preservar una visión integradora en contraposición a la especialización, cito “la verdadera vida, la vida por fin esclarecida y descubierta, la única vida por lo tanto plenamente vivida, es la literatura, según lo afirmó Marcel Proust”.

Sin embargo encontramos también la referencia de que a Borges lo irritaba que le preguntaran: ¿Para qué sirve la literatura? Le parecía una pregunta idiota y respondía: ¡A nadie se le ocurriría preguntar cuál es la utilidad del canto de un canario o de los arreboles de un crepúsculo¡ En efecto si estas cosas bellas están allí y gracias a ellas la vida, aunque sea por un instante, es menos fea y menos triste, ¿no es absurdo buscarles justificaciones prácticas? Sin embargo a diferencia del gorjeo de los pájaros o el espectáculo del sol hundiéndose en el horizonte, un poema, una novela, no están simplemente allí, fabricados por el azar o la naturaleza. Son una creación humana, la literatura.

Vargas Losa es aún más cruel y realista al afirmar de la literatura:

Uno de sus primeros efectos benéficos ocurre en el plano del lenguaje… Una humanidad sin literatura se parecería mucho a una comunidad de tartamudos y de afásicos, aquejada de tremendos problemas de comunicación debido a lo rudimentario de su lenguaje. Una persona que no lee, o que lee poco, o lee sólo basura, puede hablar mucho pero dirá siempre pocas cosas, porque dispone de un repertorio mínimo y deficiente de vocablos para expresarse. No es una limitación solo verbal; es, al mismo tiempo, una limitación intelectual y de horizonte imaginario, porque las ideas, los conceptos mediante los cuales nos apropiamos de la realidad, no existen disosiados de las palabras.

La lectura nos da también un sentido más integral del ser humano y su relación con los otros, es decir, con nuestro contexto. Al respecto, afirma también Vargas Llosa

Gracias a la literatura, elevó las posibilidades del goce humano, y, e lo relativo al amor, sublimó los deseos y dio categoría de creación artística al acto sexual. Sin la literatura no existiría el erotismo. El amor y el placer serían más pobres carecerían de delicadeza y exquisitez, de la intensidad que alcanzan educados y azuzados por la sensibilidad y las fantasías literarias. No es exagerado decir que una pareja que no ha leído a Garcilaso, a Petrarca, a Góngora y a Baudelaire ama y goza mejor que otra de analfabetos semiidiotizados por los programas de televisión.

Entonces, comienza a tener sentido la lectura...

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