3 de mayo de 2011
14 de abril de 2011
El pene tiene razones que el hombre desconoce.
1 de abril de 2011
El ciego
por: Chava Munguía
Uso lentes porque estoy ciego. Los uso desde hace más de 15 años. Tengo miopía y astigmatismo. Sin ellos soy un ser desvalido, un desamparado. Sin ellos no soy nadie. Sin ellos no soy yo, soy otro. La idea de operarme está descartada. No quisiera asomarse al espejo y no saber quién soy. Son indispensables, sí, pero dejan de serlo en la intimidad, en la cama, en el cuerpo a cuerpo. Hay momentos que se debe saber usar el instinto, el tacto.
En 15 años he perdido infinidad de armazones. Un solo día sin lentes es un día miserable y ruin. Un día gris, oscuro. Un día insoportable, de terribles jaquecas.
Maldije con el fondo de mi corazón a los creadores del formato 3-D. Acudí a la primer función de cine en ese formato y jamás he vuelto. Vaya insensatez tener que usar un armazón encima de otro.
No existen ventajas ser un cegatón pero uno tiene que buscarlas, “por qué no me saludaste”, “perdón pero no te vi”. “joven, aquí no puede estacionarse”, “acaso usted también está ciego”, “ves lo que te conviene, cabrón”, dice mi madre.
Hace un par de años probé usar lentes de contacto, sin embargo es casi tan molesto como despertar a diario con la misma mujer. Un pensamiento recurrente me hace infeliz las madrugadas, el día que la vista se nuble por completo y quede envuelto en tinieblas.
La semana pasada, después de haber enfrentado un ríspido y difícil partido de fútbol, -donde salimos airosos- mis compañeros del equipo y un servidor, tomamos la iniciativa de festejar con algunos tragos, bien merecidos lo teníamos. La tarde caía y las botellas se vaciaban con prontitud. Nuestras conversaciones eran banales y sencillas; fútbol, mujeres, borracheras. Era una tarde seca y calurosa. La noche llegó con la segunda botella de un ron desconocido y barato. Esta madre nos va a dejar ciegos, digo alguien por ahí. A mi me daba lo mismo, más ciego no podía estar, -al menos eso creía-. Después de la segunda llegó la tercera. Cuando se vació la tercera, conocí de cerca las tinieblas. No eran espesas como pensaba, eran grises como el humo. Pedí cortésmente que alguien me llevara a mi hogar, estaba imposibilitado de hacerlo por cuenta propia. Con el uniforme y los zapatos de fút aun puestos me fui a dormir, seguro de despertar con la vista nítida. Pero no. El ron tenía cuentas pendientes conmigo. Desperté ciego, literal. El viernes negro le llamo yo. Al despertar, una tela delgada y gris se posaba por encima de mis ojos, de mi vista. Me enjugué los ojos con agua y jabón, quizá tenía los ojos llenos de lagañas y de lodo. Parpadeaba con rapidez creyendo que el mundo se aclararía. Nada. La oscuridad amenazaba con quedarse para siempre. Una inmensa desesperación se apoderó de todo mi ser. Llamé a mi madre. Leticia, me quede ciego. Deja de decir estupideces, sigues borracho, eso es lo que pasa. Su comentario me entristeció. Te lo juro, -insistí-. Voy hacer unos pagos al banco, surto la despensa y después voy a tu casa. No jodas, madre, es en serio. Llegó a mi casa después de una hora. Vamos a un doctor, dijo. Fuimos con el oftalmólogo Fulano de Tal. Al maldito no le bastó con humillarme delante de mi progenitora dándome consejos de vida y salud, y recalcando el daño que ocasiona el alcohol en el organismo. Doctor, regréseme la vista y deje de decir pendejadas. Tranquilo joven, eso le pasa por andar consumiendo bebidas adulteradas, se va a tomar esto y lo otro, cada 8 horas, las gotas cada 6, sino mejora para el domingo, el lunes aquí los espero. ¡Hasta el domingo! ¡No chingue doctor!...
Salí derrotado. Pensé irme de rodillas a la iglesia más lejana, posiblemente los santos se apiadaran de mi. Al llegar a mi casa me encerré en el baño y solté unos lagrimones. Mis ojos solo servían para derramar lagrimas, tenía una fuga y no había quien pudiera cerrar la llave.
Cuando mi mujer llegó me encontraba más tranquilo. De favor le pedí que buscara en la red perros lazarillos. Los precios rondaban entre los 10 y 15 mil dólares. Usa mi tarjeta de crédito y lo demás pídeselos prestados a tus papas, después les pago, le dije desesperado. No exageres, para empezar tu crédito es de 6 mil pesos, mis papás no tienen ese dinero y ni siquiera te has tomado el medicamento… no seas dramático, verás que mañana estarás mejor, -contestó ella quitada de la pena, y no conforme remató-, ahora vuelvo, se te ofrece algo, ¿quieres que te traiga algo de comer?, ¿te rento una película? Sin éxito le aventé un vaso que tenía a la mano. Perdón no quise decir eso, se me salió, pero así no vas a lograr nada, -dijo apenada-Deja de hacer pendejadas, Salvador, gruñó mi madre. Les pedí de favor que se largaran. Ya nada tenía sentido. Era un cadáver que seguía respirando. Un invalido. Perdón, una persona con capacidades diferentes.
El resto del día imaginaba mi nueva vida. Una tragedia sin duda. ¿Quién se haría cargo de algo tan molesto?, ¿valdría la pena seguir viviendo?, ¿había llegado el momento y la ocasión para ponerle fin a mi existencia?, ¿qué cosas echaría de menos sin la vista? Para animarme me decía para mí mismo, al fin ya viste todo, deja de lloriquear, te aseguro que no será nada agradable ver como se le caen las chichis a tu vieja, como palidece el mundo con tanto desastre natural. Me importaba un carajo ver los amaneceres, los atardeceres. Pero me entristecía no poder ver nunca más el rostro arrugado de mi abuela, las piernas enceradas de una mujer, leer un libro, ver la semifinal de la Champion League, pasear en moto, la expresión de una mujer cuando miente, hurgar el facebook de Vikka, que no tengo el gusto de conocerla pero está bien buena, etc., etc..
La idea de leer la biblia en braille amargó mi espíritu de nuevo. Durante el resto del día me invadían momentos de angustia y desesperación… de resignación, de tristeza. Curiosamente el ron se me antojaba más que nunca. Descarté dichas tentaciones durmiendo casi todo el día. Ni siquiera pude soñar, ni me importaba.
No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo aguante, dice el dicho. Afortunadamente no tuve que esperar 100 años. Al día siguiente, la luz había vuelto, era como cuando te cortan un servicio domestico que pagas y lo vuelven a reinstalar. Bendito día. Di gracias al señor, a sus apóstoles, a sus santos y a sus vírgenes. Lo mismo hice con los astros y con buda. Hacia mucho tiempo que no percibía un día más resplandeciente y luminoso. Los objetos volvían a ser visibles. Las personas dejaron de ser sombras y sonidos.
Había resucitado de las cavernas.
Escribo este testimonio 8 días después de aquel viernes negro. Me encuentro sentado en la terraza de un bonito jardín del centro histórico. Nunca había visto chicas tan hermosas caminar a estas horas del medio día. El mesero me ha traído un ron Zacapa Centenario, el mejor ron del mundo según él. Una linda señorita me guiña el ojo desde la otra mesa… voy a ver que se le ofrece.
23 de febrero de 2011
Sueños guajiros
Chava Munguía
El despertador suena justo a las 6 de la mañana. Hace un leve coraje casi para si misma por tener que despertarse a esas horas. Sale de bañarse. Sigilosa comienza a vestirse, no quiere despertarlo. Se maquilla con paciencia.
6:43 Desayuna despacio, sola, en silencio. Desde hace días una idea invade su cabeza. Una idea que le provoca repulsión, amargura… atracción, deseo. Trata de pensar en otra cosa; en el tráfico, en la clase que no alcanzó a preparar, en el cumpleaños de su madre. Nada es suficiente. Una voz taladra sus sienes como un clavo: se lo merece, dice la voz, merece todo el dolor y todo el sufrimiento y toda la amargura y toda la soledad y la muerte, merece morir. La idea se clava en su cabeza como una sanguijuela que succiona rápidamente cualquier otro pensamiento que no sea la muerte de Ray. Imagina la muerte. La muerte toma forma y figura, matices, expresiones, posibilidades, lugares comunes.
Descarta que una simple bala perfore el cráneo de Ray, es tan soso, piensa. En cambio, le atrae más la idea de cruzar una daga, un cuchillo, un fierro delgado y frío que atraviese el estomago, vísceras, tripas, pulmones, lo que se lleve. Se excita imaginar el rostro de Ray mientras se retuerce agónicamente. ¿Tendrá la misma sonrisa cínica de siempre?, se pregunta. Pero también descarta dicha posibilidad por dos cosas: sabe que es una mujer frágil y que la sangre le produce nauseas y mareos.
Termina de desayunar. Lava el plato del cereal. Abajo del fregadero recuerda que guarda un veneno. Lee el instructivo de un raticida que nunca usó: Si se decide a utilizar los raticidas, tendremos que saber que existen dos tipos. Uno de ellos es el agudo, provoca la muerte rápida de la rata, se puede ver a estos mismos muertos, es útil si la rata a desarrollado resistencia a los anticoagulantes, y con poca cantidad podremos lograr el envenenamiento y muerte de la rata. Se decepciona al no encontrar detalles del segundo tipo. Vuelve a descartar otra posibilidad. Lo que menos desea es verlo morir rápidamente.
Son las 7:21. Sube a cepillarse los dientes. No tiene más tiempo de seguir pensando.
7:27 Despide -como todos los días- a Ray con un beso en la mejilla. Él duerme profundamente. Quizá sueñe con habitar ciudades malditas, otra Gomorra, otra Sodoma. Quizá sueña que nada en una playa de Mallorca rodeado de sirenas hermosas color púrpura. Quizá este soñando que muere sin despertar.
2 de febrero de 2011
31 de enero de 2011
28 generalidades insoportables de una mujer hermosa (y sus posibles soluciones)
Lic. M.
1. 1. Bostezar. No hay una expresión más desalmada que el bostezo de una mujer. Es un reflejo de seres diabólicos, siniestros.
2 2. Usar ropa interior color carne. La ropa color carne es como la comida de soya, una canallada.
3. Usar ropa holgada. Deberán vestir ajustadamente. Es una injusticia subestimar las curvas por las que millones de hombres han muerto.
4. 4. Usar calzones de luchador o de abuelita. No son ninguno de los dos.
5. 5. Usar pantalones. Vestirán falda corta obligatoria. Un movimiento de piernas femeninas te reduce a la nada.
6. 6. Usar zapatos sucios. No hay nada mas desagradable que las excitantes piernas de una mujer enfundadas en unos zapatos, botas o tacones sucios. No son obreras.
7. 7. Jugar fútbol. No son hombres y no somos iguales.
8. 8. Asistir a estadios de fútbol. No tiene caso explicar cada 15 días que es el fuera de lugar.
9. 9. Dormir con piyama. Una mujer hermosa deberá dormir desnuda o cuando menos en ropa interior diminuta.
10 10. La bondad, la generosidad. Es envidiada la femme fatale, no la "buena" de la película. Una mujer hermosa deberá ser grosera, dominante, manipuladora, altanera, insolente.
11 11. Practicar el box. Entiendan, no son hombres.
12 12. Salir a la calle. Una mujer hermosa corre demasiados peligros.
13 13. Tener amigos varones. Nunca falta el “acomedido”.
14 14. Tener amigas feas. Las mujeres feas son envidiosas, traicioneras, resentidas.
15 15. Usar perfumes baratos.
16 16. Traer las uñas sin pintar o mal pintadas.
17 17. Ponerse adornitos en las uñas.
18 18. Cortarse el pelo a rapa. Eso es para mujeres policías, por cierto todas son pavorosas. Todas.
19 19. Dejarse crecer los vellos de la axila o de las piernas. Es una iniquidad, un pecado capital, el camino al averno.
20 20. Engordar. No por nada existe el argumento irrefutable de que los cuerpos renacentistas no han –ni pasarán- de moda.
21 21. Engendrar seres vivos. Es una insensatez cínica.
22 22. Timidez en la cama. Deberá ser desinhibida, atrevida, seductora, salvaje.
23 23. Usar demasiado maquillaje. Los polvos en exceso es para los payasos.
24 24. Tener la piel reseca. La piel deberá estar siempre suave, cremosa, fina, tersa, resplandeciente. Siempre.
dd 25. Usar crema Hinds. Además de que apestan, no lograrán lo del punto arriba señalado.
25 26. Ser pobre o tener una pareja pobre. Busquen hombres –o mujeres- poderosos, solventes, que les permita vivir como reinas.
26 27. Trabajar. Si lo hace no tendrá tiempo de arreglarse y muy pronto se convertirán en una mujer amargada, como casi todas.
27 28. Bañarse con jabones Zest. De lo contrario olerán al pasaje de una guajolotera a las 7 de la mañana.
a apenas son 28....espere los próximos....