12 de enero de 2011

Lo peor de 2010

Chava Munguía


…era un tiempo tan bello como terrible,
que sabía a desesperación, a dolor y droga…
-Rafa Saavedra-


1. Que Ramón, mi perro, compañero y extraordinario amigo, haya muerto envenado.
2. La muerte de Marisela Escobedo. Representación de un país en decadencia, de la abulia, la desvergüenza y la corrupción de nuestro sistema de justicia.
3. Que la “guerra” de Calderón siga haciendo su desmadrito. 30 mil muertos –y contando- en lo que va del sexenio.
4. La explosión de un ducto de Petróleos Mexicanos en la comunidad de Texmelucan, Puebla, con un saldo de 28 muertos, decenas de heridos y muchísimas casas destruidas producto –otra vez- de la impunidad, negligencia y corrupción.
5. La invasión de la narcomanía: narco-fiesta, narco-móvil, narco-corrido, narco-túnel, narco-fosa, narco-manta, narco-novela, narco-políticos, narco-satánicos, etc. Por cierto, una invasión que lejos de extinguirse se expande terriblemente.
6. La fuga de más de 140 reos de un penal de Tamaulipas. Esta es la evasión más numerosa de la historia moderna del país. El problema no es el hecho, sino la abrumadora penetración del crimen organizado en nuestros cuerpos policiales, la corrupción y una descarada impunidad.
7. Marchas a favor de La Familia Michoacana ¿alguien se imagina marchas a favor de ETA en Madrid o de Al Qaeda en Nueva York?
8. Que no se hayan legalizado las drogas.
9. Que sí hoy fueran las elecciones, Peña Nieto sería “nuestro” presidente, y la Güilota, la primera dama. Joder.
10. Que López Obrador siga con el mismo discurso 4 años después, “la mafia nos robó”.
11. Que no hayan secuestrado a todos los diputados y senadores junto con “el jefe” Diego.
11.1 Que lo hayan liberado.
12. Seguir ganando el mismo sueldo miserable desde hace 4 años.
13. Que mi tarjeta de crédito “reflejó” un sobregiro durante todo el año. -Y el que sigue-.
14. Haber cumplido 30 años. “Siempre he contemplado los treinta como la barrera que frena cualquier deleite real o feroz en las pasiones”, escribió alguna vez Byron.
14.1 Tener menos cabello y más canas.
14.2 Que la barriga me crezca sin misericordia.
14.3 Que me duelan los riñones.
14.4 Que la rodilla derecha se me inflame cuando juegue fútbol.
14.5 Que por todas las anteriores, mi atractivo se haya esfumado.
15. Que la bebida me produzca temblores, vómitos, ideas obsesivas.
16. Que la bebida me produzca la incapacidad de distinguir la realidad de mis pesadillas.
17. Que la bebida me produzca dolor en los huesos y las articulaciones.
18. Que por todos lados haya alcoholímetros.
19. Haberme enterado -hasta ahora- que la amistad es efímera y fugaz.
20. Que un tío haya dejado a toda la familia endeudada, incluyendo a la pobre de mi madre. Puto..
21. Que mi padre haya sido privado de su libertad por pasarse un semáforo en rojo, se haya perdido las fiestas decembrinas y haya tenido que pagar una multa exageradísima. Demostración de racismo y la doble moral estadunidense.
22. Que hayan subido la tortilla.
23. Que hasta la fecha, no vuelen los automóviles ni las patinetas.
24. Que el programa radiofónico, “Los Años Maravillosos”, siga al aire.
25. Que “el wikiloco”, Julian Assange, haya sido encarcelado por no usar condón y por haber realizado el acto carnal a pesar de que el condón se haya estropeado. Santo Dios, ¿cuántos estaríamos en la cárcel?
26. Que el Monarcas Morelia no haya sido campeón (ni a la liguilla llegaron).
27. Que todo el mundo use lentes Ray Ban.
28. Perder tanto tiempo en el Facebook, el tuiter, blogs y demás chingaderas.
29. Que los Caifanes amenacen con reunirse para el Festival Vive Latino 2011.
30. Que el año 2011 no prometa nada.
31. Tener que esperar dos años más para el fin del mundo.
32. Que la revista Revés no se edite más en papel, y en cambio tengamos que estar publicando artículos “efímeros” -de por sí- en la red. Y, para colmo, una jodida cuartilla.
*Texto con algunas correcciones y puntos de más, y que –según- se publicará en la revista Revés en su primera edición online.

31 de diciembre de 2010

Bebo a la salud de todos los canallas, de todos los desesperados. Bebo a la salud de las señoras aquí presentes. -Las mujeres aplauden y gritan. Él pide calma, agitando una mano-. Bebo a la salud de todos los que están aplastados por la vida. Ladrones, locos, asesinos, prostitutas. Bebo a la salud de los que tienen el alma envenenada....
Ricardo Piglia, Nombre Falso
Feliz 2011!

6 de diciembre de 2010

31 RAZONES PARA DESCONFIAR DE JOHN LENNON


Chava Munguía

El 8 de diciembre se celebra el trigésimo aniversario luctuoso de John Lennon. Un tipo polémico, contradictorio, soberbio, supersticioso, mandilón… humano al fin y al cabo. Un artista importante en la música del siglo XX... hasta ahí. Pero hay quienes se afanan en vanagloriar a sus “ídolos”. Vaya que ponerle el nombre a una calle de su artista favorito es ya exagerado. Pues bien, una calle del municipio de Ocampo, Michoacán llevará el nombre del famoso músico. A propósito del aniversario, aquí una lista de razones de porque desconfiar de la Morsa...

1.- Porque se atribuyó canciones que eran de Paul MacCarney. “An old fiancé on mine”.

2.- Por piratearse frases que eran de Ringo. “I´ve got blister in my fingers”, con quefinaliza Helter Skelter.

3.- Porque lo convirtieron héroe de la clase trabajadora y vivía en un lujoso departamento. El edificio Dakota, en Nueva York.

4.- Por contradictorio. No es posible que un hombre celoso, machista, violento, amenazante, haya escrito “Woman”, una canción que habla sobre la igualdad y el respeto a la mujer.

5.- Que se dijera de izquierda y votara por gobernantes conservadores para reservar el orden económico en Gran Bretaña.

6.- ¿Mártir de la paz?. Si como no. Se encerró en un hotel cinco estrellas con Yoko, se pasó una semana acostado, con servicio al cuarto, visitas de personalidades de la farándula sesentera y compuso “Give Peace a Chance” . Que bonito.

7.- Compuso “Beatiful Boy” dedicado a su segundo hijo Sean, que recientemente declaró que había días en que su padre lo golpeaba y otros en que lo trataba con ironía.

8.- Por preferir al hermano menor Sean por encima del mayor Julian, incluyendo la herencia. (Como hermano mayor que soy, Siempre se debe dar preferencia al primogénito, siempre.)

9.- ¿Rebelde? No era más que un mandilón rockstar, refugiándose cinco años bajo el férreo control de su esposa, la terrible y calculadora Yoko Ono, con el pretexto de dizque cuidar a su hijo Sean y cocinando pasteles, mientras su querida mujer hacia el trabajo administrativo, por cierto incalculable, al momento de su muerte recibía alrededor de 50 mil dólares diarios por regalías.

10.- Por su soberbia y pendejes. Ya que dejó que su esposa se entrometiera en la vida de los Beatles ocasionando su rompimiento.

11.- Por pronunciarse a favor de la paz y el amor en el mundo. "Le costaba a la vez mucho encontrar de algún modo paz y amor para su primera familia, para mi madre y para mí". Escribió alguna vez su hijo Julian. Pobrecito.

12.- Por imaginar un mundo con paz, amor, solidaridad y sin posesiones, cuando al mismo tiempo patrocinaba con dinero a la guerrilla urbana católica irlandesa (el IRA). Por cierto Imagine no es más que un piano tan monótono como el que haría cualquier estudiante de practica.

13.- Por haber participado según informes confidenciales de Cannibaltwist en una cantidad descomunal de sexo, drogas y alcohol. Presentando también testimonios de mujeres que aparecieron admitiendo noches salvajes no sólo con John, sino a la vez también con los otros tres Beatles. Que vergüenza para la decencia y las buenas costumbres.

14.- Por haberse dejado manipular (hasta en eso) por la viuda negra Yoko, en aquel famoso Lost Weekend (en realidad un año y medio) en donde le enjaretó a un John desesperado a la secretaria de la pareja, la china-estadounidense que sería su sombra y su nalguita. En ese famoso año y medio perdido, una amante consentida que reportaba diariamente a Yoko Ono. Pero además se la paso bebiendo, montando broncas en Los Ángeles y componiendo lo que sería sus siguientes tres discos. Bueno, así hasta yo me dejaba manipular.

15.- Por supersticioso. Perdió la amistad de George Harrison a quien siempre le tuvo un cariño inmenso, ya que Lennon no acudió a una audiencia legal para definir el destino de los discos, las canciones, las regalías, porque su horóscopo le anunciaba un día difícil.

16.- Por andar coleccionando discos piratas de los Beatles. ¿Con tanto dinero John?

17.- Por realizar todas las actividades públicas en pareja. Que hueva.

18.- Por fascinarle la vida de eremita del multimillonario Howard Hughes.

19.- Por elitista y mamón. Compró todos los asientos de primera clase del avión, cuando Yoko lo enviaba solo a aquellos viajes-rituales sobre numerología y quien sabe que más pendejadas.

20.- Por tirar al gato que más amaba por el balcón.

21.- Por ser más famoso que Jesucristo.

22.- Por programas de TV y especialmente de radio (Los años maravillosos, La hora de los Beatles, y de vez en cuando, Los clásicos del rock) que se dedican a recrear y recordar todos los putos días la misma música y la vida de este músico (y los otros 3). Que repugnante.

23.- Porque todos los grupillos de cualquier bar se dedican a tocar los covers de los títulos de Lennon.

24.- Porque le dio alas a Brian Epstein manager de los Beatles que se consumía en una relación homosexual por John y terminó suicidándose por preferir a Yoko Ono.

25.- Porque le disgustaba que la prensa (gorrona como siempre) disfrutaba a costillas de los Beatles de los tragos y las prostitutas gratis. Yeah!

26.- Por quejarse y chismear a John Wenner fundador de la revista Rolling Stoneque fue llevado a usar heroína por el mal trato que recibieron él y Yoko por parte de los otros tres Beatles. Que sufrido, seguramente le tuvieron que rogar.

27.- Por haberse cambiado el apellido de Winston por el de Ono. Que cursi.

28.- Por su “humildad y sencillez”. Algún día él mismo Wennner le preguntó que si se consideraba un genio a lo que Jonh contesto “Si yo soy unos de ellos”.

29.- Aunque este punto no es de Lennon en sí, sí lo es de la autentica villana, es decir de Yoko Ono que al leer la biografía mordaz e incisiva de Albert Goldaman “La vida de John Lennon” (que al parecer no tiene afecto alguno por Lennon como persona) intentó suicidarse por lo que estaba escrito ahí y no lo hizo. Que lástima.

30- Porque si estuviera vivo seguramente estaría haciendo duetos con Avril Lavigne o produciendo un disco a Eminem. Y seguro, seria tan nefasto como Bono o el mismo McCarney peleándose por el Super Bowl, el mundial de fútbol, o salir a un lado del Papa nazi.

31- Si, fue uno de los mejores músicos y personajes del siglo XX. Si, tuvo genialidad, talento, creatividad y éxito. Pero existe una frase de Cioran que dice, “hay mucho de farsante en aquel que tiene éxito”. Y es cierto.

......Y de pilón:

Porque el día de su muerte mí madre lloró y se deprimió mucho, tanto que, se olvidó de que tenía un hijo recién nacido de tan solo dos meses de nacido. Ese pobre desdichado es quien escribe estas líneas.


Texto publicado en el 2008 en la revista Revés en su edición "Idolos".

22 de noviembre de 2010

Un viaje sin destino, Ian curtis y una extraña banda rusa




Por: Salvador Munguía

Marchábamos a 120 km. por hora. El t-suru verde se abalanzaba a través de la espesa oscuridad. Los botes de cerveza se vaciaban con rapidez. Un viejo ipod arrojaba canciones al azar. El alcohol nos mantenía relajados, serenos. Un perro güero se cruzaba en el camino en un acto suicida. Los perros también se suicidan. Los nervios se nos erizaron como un puerco espín excitado. Encendimos un par de cigarrillos. La nicotina devolvió la calma. Fumábamos los tres en silencio. No teníamos certeza de nuestro destino. El destino es siempre incierto. De las bocinas salía una voz cavernosa, grave. Cerré los ojos y me concentré en la música. Sonaba a Joy Division. No estaba seguro, no reconocía la canción. El alcohol aturde el cerebro. Me impacienté. Di una calada onda al cigarrillo. Ahora estaba seguro. No, no era Joy Division. Tampoco era los hijos bastardos de Ian y compañía. No era Interpol. No era White Lies. No era She wants revenge. No era Editors. Con la cabeza apoyada en el asiento trasero y los ojos siempre cerrados, tragué las últimas gotas de la cerveza. Volví a concentrarme en la música. Eran sonidos post punk. Notables influencias de Joy Division y Gang of Four. La voz era la misma de Ian Curtis. Me daba la impresión que nunca estuvo muerto. Que se mantuvo oculto en una caverna. Que decidió salir y formar una nueva banda. Sin embargo, las canciones cantadas en inglés, tenían un acento extraño, raro. No quise ser el culpable de romper el silencio entre mis amigos, preguntando quién tocaba. Si algo me gustaba de viajar con ellos, era eso, el silencio.

Me das un trago, dijo un tipo flaco, pálido, de cabello corto, negro. Vestía camisa oscura y un suéter gris. Alrededor del cuello llevaba una soga vieja. Me asustaste, no te había visto –dije alarmado. Hola, soy Ian, Ian Curtis. Hola, mucho gusto, -contesté. ¿Quieres? –le ofrecí un cigarro. Lo incendió al momento. Ellos son mis amigos. Hola Ian, cómo andas, loco –dijeron y volvieron la vista al frente. Por cierto Ian, pero ese que canta tiene la voz igualita a ti. Si, me gusta. Los conozco, son rusos. El cantante se llama Vlad, es buen tío. ¿No te molesta que todos quieran cantar como tú? ¿Quiénes? –preguntó sorprendido. Después se quedó callado, pensativo. No dije nada durante unos minutos. ¿Te gusta Interpol, Editors….? No me dejó terminar -he oído algunas cosas. No me gustan. Prefiero a esos rusos. ¿Cómo se llaman?, -pregunté a Ian. Se quedó otra vez pensativo, ido. ¿Cómo se llaman?, -insistí. Daba la impresión que no escuchaba. No recuerdo, recuerdo el nombre del disco, se llama Alps. Es muy bueno. Esa canción es mi favorita –se refería a la canción que sonaba del ipod. Se llama Ghost. Me gusta, -dije. Los dos movíamos ligeramente la cabeza con el ritmo de la canción. ¿Por qué no te quitas la soga, no te incómoda? –me atreví a preguntar. Ian esbozó una tímida sonrisa. Ya me acostumbré, llevó con ella 30 años. No dije más. Acomodé la cabeza en el respaldo y cerré de nueva cuenta los ojos. Las palabras sobraban. ¿A dónde nos dirigíamos? No lo sabía. La brújula dentro de mi cabeza se descompuso. No sabíamos a dónde nos dirigíamos, ni recordaba de dónde veníamos. Hubo un silencio por completo dentro del auto. El disco había terminado. Decidimos hacer una parada para orinar. Al ver hacia atrás, Ian levantó el brazo en señal de despedida. Se detuvo y gritó: ya recordé, se llaman Motorama. Enseguida su figura se perdió en la densa oscuridad.
Publicado en la revista Pause Magazine.

31 de octubre de 2010

Chava Munguía


La puntualidad no es una virtud, es una enfermedad. Una manía que afecta los hábitos, costumbres y las horas de sueño (si al menos tuviera un recompensa evidente).

18 de octubre de 2010

Cristal (últimos capítulos)



Capitulo IX
Mi vida corre peligro
La pelea
Dormía. No soñé nada en particular. Eran imágenes disueltas, dispersas. Pero una imagen cobró forma y cuerpo, era el rostro de mi madre, tenía un semblante amenazador. Desperté de sobresalto, desorientado, sudado. Vi la hora, 4 de la mañana. Qué explicaciones le daría a mi progenitora.
A mi lado, dormían desnudas las tres panteras, ronroneaban sigilosamente. En el aire flotaba un olor a sexo, tabaco y alcohol. Permanecí un par de minutos sentado, amodorrado, medio borracho. Me bebí un vaso de agua fría mientras contemplaba el cuerpo de las potrillas. Tengo una debilidad por las cicatrices, busqué y conté algunas al azar. Cristal por ejemplo, tenía una a la mitad de la rodilla, era impresionante. Tan impresionante que me provocó una pequeña erección. Acaricié el tobillo de no sé quién. Quise prender un cigarrillo, pero recordé que no sabía fumar. Me entraron ganas de vaciar la vejiga. Me puse mi calzoncillo y me dirigí al baño.
Mientras descargaba un poderoso chorro sobre la letrina, escuché unos ruidos provenientes de la puerta principal. Alguien estaba intentando entrar a la fuerza. Cristal se paró de inmediato. Fue hasta el baño y me previno.
Es mejor que no salgas, Shavi. Apaga la luz –dijo Cristal nerviosa, asustada, con ojos de rana aplastada.

¿Pasa algo?
Shhh….no hagas ruido, Shavi.

Mi corazón latía con fuerza. No es que yo fuera un miedoso, pero el miedo se apoderó de mí. Permanecí en el baño no más de diez minutos. Seguían forzando la puerta. Escuché una voz chillona gritar, “abre la pinche puerta, Cristal, sé que estás ahí”. No sabía que hacer. Me sentía acorralado. Caminaba enloquecido de un lado a otro. Puse la tapa del retrete y me senté a oscuras. La puerta de la casa de Cristal, era una simple y delgada puerta de madera. No tardaría en derribarla o no tardarían, -en realidad no sabía cuántos eran- ….Y lo hicieron….
¿Con quién chingaos estás?...¿por qué no abrías, cabrona?
Con nadie, sólo estamos las mushashas y yo…y, y, y…no te abría porque estaba dormida…no escushé nada. –decía la asustadiza de Cristal, -pobre criatura
¿Lo primero que se me vino a la mente fueron mis pantalones, mi camisa, mis zapatos y todo lo demás -carajo, de haber sabido-.
–Deja de hacerte pendeja, ¿de quién chingaos son estos pantalones?...¿de quién chingaos son estos zapatos?….¡contesta, perra! –vaya boquita.
–Te estoy diciendo la verdad, Shirilo, te lo juro, no hay nadie, sólo las mushashas y yo.
Hasta el baño escuché un sonido seco, parecido a un aplauso, parecido a una palmada en las nalgas. Me equivocaba, había sido una certera bofetada en el angelical rostro de Cristal. Escuché un lamento muy leve de Cristal. Sentí comezón en las orejas, eso sucedía cuando algo me hacía enojar.
–Y ustedes levántense, chingada madre –seguro se dirigía a las otras dos, que yacían dormidas en la sala, sobre la alfombra.
–Es mejor que salgas, cabrón…. dónde quiera que estés, te voy a encontrar hijo de tu chingada madre…-gritaba el Chirilo, -vaya apodo, dios mío santo.
No podía permanecer más tiempo encerrado, en cualquier momento me encontrarían. El miedo fue desapareciendo hasta no quedar nada de él. A pesar del desgaste sexual que había “sufrido” horas antes, volví a recuperar la fuerza. Si alguien tenía que temer, serían ellos, o él, o los que fueran. De cobarde no tenía ni un pelo.
No me gustaba pelear pero tenía gran destreza con todo tipo de artes marciales, judo, karate, kung fu. Decidí salir. Abrí la puerta. La luz me encandiló terriblemente. Ahí estaban las panteras, vistiéndose tímidamente. Cristal, tenía las manos sobre su rostro. Verla llorar me partió el alma. Y en primer plano, estaba un tipo moreno, mal encarado, con una ridícula calva, un bigote afeminado, una asquerosa papada y cuerpo en forma de pera. Tardé en reconocerlo, era el mismo Chaparropanzón que meses antes me había encontrado afuera de la casa de Cristal y me había visto de forma retadora.
–Te puedo ayudar en algo –dije sin poder ocultar mi refinada educación. El tipo me miró de arriba abajo. Me sentí apenado por solo llevar puesto mis calzoncillos. Enfurecido lo oí gritar:

–Hijo de tu chingada madre…ya te cargó la riata…ya verás quién es el Chirilo….

Sus amplias carnes se abalanzaron sobre de mi. El Chirilo corría en cámara lenta. No me costó trabajo esquivar al rechoncho y malhecho cuerpo. Se volvió a impulsar para darme un puñetazo que esquivé con un rápido movimiento de cintura.
–Pelea, marica, como los hombres -dijo enfurecido y con los puños arriba el Chirilo.
Cristal intervino: –¡Shavi, vete, por favor, no te hagas el masho,…vete que te va a matar, veteeee!
Cristal y las otras no dejaban de lloriquear y gritar. Pretendían calmar al Chirilo. Cristal intentó tomarlo de los brazos. El Chirilo contestó con una hábil bofetada en el rostro de Cristal. El problema del Chirilo fue que esta vez, yo había sido testigo presencial.
–Vaya modales, Chirilo… ¿acaso nunca escuchaste que a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa?
–Chinga tu madre, perro –escupió el Chirilo de su asquerosa y mal educada jeta.
–Con el respeto que me mereces, mi querido Chirilo, pero esto no lo puedo tolerar –agregué de nuevo de forma educada.
El primer golpe fue un recto sobre su asqueroso rostro. Enseguida le acerté dos rapidísimos golpes en su nariz de chile relleno. El Chirilo quedó atolondrado. No quise abusar de mi sobrada superioridad. Le di tiempo a que se recuperara. Pelea Chirilo, no que muy cabrón. Eres igual de hablador que muchos otros. Dio un manotazo más lento que un perezoso subiendo a un árbol. Volví atizarle otro golpe, esta vez en la panza, las pesadas carnes se movieron como gelatina recién hecha. El Chirilo quedó sofocado, sudaba a chorros. No conforme, en una ágil ejecución, le apliqué una yoko-tobi-gueri (una patada lateral en salto) en la nuca del convaleciente Chirilo. De no morir por los golpes que le estaba propinando, el Chirilo corría el riesgo de morir de un paro cardiaco. Por mi parte, estaba entero, tan entero como el zorro que corre al acecho de una gallina indefensa. Volvió a insistir, del suelo recogió una botella que pretendía estrellarme, con un rápido movimiento de mis músculos bien ejercitados, apliqué un torniquete que aprendí durante mis clases de judo. El Chirilo quedó inmovilizado sin posibilidades de nada.
–¿Le paramos aquí mi Chirilo? ¿O cómo vez? El Chirilo intentó decir algo. Bofeaba. No entendí nada. El Chirilo hipaba como lechón recién comprado.
Las damitas volvieron a insistir en que me fuera. Las tranquilicé diciendo que no pasaba nada. No me iría, no sin antes escuchar una disculpa del Chirilo. El tipejo tendría que pedir perdón por los malos modales, las malas palabras, por las bofetadas a Cristal, por haber forzado la puerta, por haberme ofendido, por las molestias causadas…. y por feo y gordo. Con trabajos el Chirilo se arrodilló. Mientras, yo, lo sujetaba de la calva sebosa. El Chirilo empezaba a gesticular las primeras palabras de perdón cuando un mazazo se estrelló en mi nuca. Fue un duro golpe. Quizá con un martillo o con un palo de béisbol. Había sido un golpe vil y traicionero. Del golpazo, casi pierdo el conocimiento. A mi mente, volvieron las imágenes disueltas y dispersas. Sentía el cuerpo pesado y lento. Escuchaba gritos tan lejanos que parecían venir de otro planeta. Agitaba la cabeza para tratar de recuperar el conocimiento. Daba fuertes sacudidas a mi cabeza para volver del letargo. Recuperaba lentamente la lucidez. Pamela y Roxana luchaban contra un tipo largo, flaco, encorvado, ojeroso. El bate de béisbol lo sujetaba Cristal sobre una de sus manos. El Chirilo seguía entorpecido por los golpes que yo le había asestado. De no haber sido por la ayuda de las princesitas, seguro hubiera muerto de una buena tunda. Me acerqué para ayudar a las chicas con el otro tipo, con el flaco, éste al ver que me acercaba, sacó de su bolsillo una arma de fuego, era una arma pequeña, más pequeña que su mano, lejos de parecer una pistola, parecía un pichón recién atrapado. Apuntó contra mí. Hizo un primer disparo que no sé donde fue a parar. Los gritos no cesaban. El flaco no podía apuntar bien porque seguía forcejeando con las chicas. Corrí por la casa, salté el sillón grande. Con mi inteligencia despierta, recordé que dentro del baño había un ventanal que daba a un patio trasero, lo derribaría para enseguida brincar una pequeña barda que daba a la calle. Una vez en la calle, correría directo a mi casa. Le explicaría a mi madre que pasé al billar y que las horas se me habían hecho agua.
–Corre Shavi, corre –gritó Cristal, desesperada.
Estaba por llegar al baño. Un segundo disparo hizo un sonido parecido al canto de un gorrión. Sentí una punzada de calor en mi pierna derecha. El maldito me había herido. No de lleno, era un ligero rozón que me ardía hasta la entrañas. Con trabajos me arrastré al baño. Dentro, puse el seguro de la puerta. Estaba imposibilitado para seguir luchando. Me brotaba sangre a manantiales. Ver sangre desde pequeño me producía mareos. De forma valiente, tomé una toalla para hacerme un torniquete. A lo lejos se escuchaban unas sirenas. “Vámonos, la policía bien en camino” –era la primera vez que el Flaco hablaba. “Después nos encargamos de éste”. El Chirilo,- seguro con dificultad- se reincorporó para soltar una amenaza: “Ya verán ustedes, cabronas”.
Un silencio se hizo en toda la casa. Las sirenas pasaron de largo. A pesar del torniquete, la sangre seguía saliendo a chorros. Cristal tocó la puerta del baño.
–Shavi, precioso, ¿estás bien?
–Estoy bien, Cristal.
–Abre la puerta…se han ido.
Abrí la puerta. Cristal, Pamela y Roxana se asomaron. Tenían cara de preocupación y cansancio. Las tres volvieron a preguntar si me encontraba bien, contesté que si.
–Te vamos a llevar a un doctor.
–No es para tanto, estoy bien.
Cristal regresó con trapos y agua tibia. Me quitó con delicadeza el viejo torniquete. Me tapé los ojos para no ver la sangre. Fue imposible, quise ver que casi me desmayaba. Las chicas me hicieron airecito con revistas que estaban en el baño. Desperté mareado. Me ayudaron a caminar al sillón de la sala. Me recosté. Una delgada luz de sol se colaba por la ventana.
–Tenemos que llevarlo al doctor -no supe quién volvió a insistir. Perdí la paciencia.
– ¿Y qué diablos contestaré cuando me pregunten cómo me hice este rasguño? ¿Jugando a las pistolitas? Explicando, “señor policía estaba en una orgía cuando llegaron unos malvivientes y me quisieron matar”.
–Shavi, tiene razón, además tendríamos que denunciar al Shirilo y al Cupido –carraspeó Cristal.
– ¿Podrías explicarme quiénes son esos animales, Cristal?, ¿por qué se metieron a tu casa a la fuerza? ¿por qué habría de molestarles mi presencia? ¿por qué intentaron matarme?, ¿acaso es tu esposo, novio o amante?... ¡dime! ¡carajo! ¡tengo derecho a saberlo, Cristal!
– No es el momento, Shavi, estás muy agotado. Pero son hombres peligrosos, Shavi.
Las otras dos no dejaban de lloriquear.
– ¿Cuándo carajos? -La paciencia se me había agotado. Un piquete en la pierna provocó un reparo y un quejido a la vez. Sudaba frio.
– ¿Qué hacemos, Shavi?
–Pásame un cigarro y dejen de lloriquear.
–Pero no sabes fumar, Shavi, además estás herido –contestó sorprendida Cristal.
–Carajo, pásame un maldito cigarro y un vaso de ron.
Intentaba recrear la escena de una película. Yo herido, al borde de una muerte honrosa, despeinado, fumando mi último cigarro, las mujeres llorando desconsoladas por la partida inminente de un hombre valiente y digno.
Di una calada al cigarrillo, tosí peor que un tísico. El ron sin embargo, se deslizó suavemente por mi garganta.
Mis últimas palabras, antes de caer desmayado, fueron:
–Llamen a mi padre, él sabrá que hacer.

No es una historia interminable. Dos capítulos y el fin. Próximos capítulos:
Capitulo X Mi padre es un Gandalla
Capitulo XI Adiós a Cristal.