9 de abril de 2010
29 de marzo de 2010
Robo
Querido lectores, una disculpa, el texto sobre "Cristal", se tardará más de lo normal en conocerse su desenlace. Es màs, no estoy seguro si se conozca o se siga escribiendo esta historia. En dìas pasado unos hijos de perra abrieron mi auto, llevándose, estèrero, ipod y mi laptop. En mi laptop me robaron media vida, mùsica, fotos y por supuesto textos, textos que estùpidamente no respalde (entre ellos los capitulos siguientes de Crstal).
Una amiga preguntò:
- Que hubieras preferido; ¿qué tu novia te mande al carajo o qué te roben tu compu?,otro entrometido sabiamente contestò:
- A la novia sin duda alguna, las mujeres son latosas por naturaleza, te pueden pegar un virus incurable,no son tan útiles y necesarias, almacenan solo rencores y odios... y no tienen tanta memoria como las compus.
Yo solo guardè silencio.
17 de marzo de 2010
Cristal
9 de febrero de 2010
Obvio, no mencione una sola palabra. Me asusté de ese extraño acontecimiento, me asusté de mi mismo.
Cristal me miraba desde allá abajo, sus ojos verdosos me provocaban para ser participe en primera fila de aquél acto “impúdico”. Era fascinante.
─Te gusta Shavi, dijo en un tono acogedor.
─Me encanta Cristal de mi vida, -contesté excitado.
Se levantó pero solo por un breve momento. La tumbé en el suelo, sobre una alfombra, le bajé las bragas violentamente. Cristal transpiraba por todos los poros de su moldeado cuerpo.
─Ven Shavi, ven…métemela…métela despacito
─Eso intento mi reina, dime más o menos por dónde.
─Por ahí, por ahiii….ahí Shavi…ahí…ahiiiiiiii…-alargó la i en un tono encantador.
¡Joder… y que Dios me perdone!…de pronto me introduje sobre una cueva, una cueva oscura y cálida, muy cálida y jugosa, lubricada y amable, generosa y acogedora. Di un repujón y Cristal se retorció como anguila, temí partirla a la mitad, ¿y sí le perforaba los pulmones?, ¿existía esa posibilidad?
Cristal se revolvía como una lombriz partida en tres partes. Gritaba extasiada de placer. Hacía un calor sofocante, mis mejillas ardían, un sudor recorría toda mi espalda. Calculé que no llevaba más de dos minutos y estaba a punto de estallar. En el fondo de la cintura notaba el sordo deseo de eyacular pero cerré los ojos con fuerza y me contuve. Rápidamente intenté pensar, pensar en el bolso de mi abuela, en la llanta ponchada de mi bicicleta, en la clase de matemáticas, en el dinero que mi padre me había mandado recoger, en el aliento de la maestra de biología, y también en Doña Mago, en el sudor que le escurría cuando preparaba los pambazos y el pozole: toda clase de pensamientos absurdos e inesperados que no tuvieran nada que ver con la situación del momento. Pero seguía muy latente mi “venida”. Mi padre me lo había advertido, cuando el pene se pone a pensar, no hay alto ni obstáculo que lo detenga. Aquello era ya: una fiesta perpetua.
Recordé inmediatamente los consejos de Edgar, así que me salí de la cueva y pretendí seguir los consejos de mi amigo; sacarlo a que le diera el aire, que respirara y hacer lo mismo que él: inhalar, exhalar y volver al ataque…pero me precipité. No duré mucho con los ejercicios, Cristal me miró sorprendida:
─Que haces Shavi, -preguntó.
No dije nada y volví a encajar hasta el fondo el sable. Esta vez de manera brusca y por menos tiempo, si acaso un minuto más. Un grito a la Tarzán puso fin a mi primera vez.
Me sentía orgulloso, reconozco mi brevedad, pero era mi primera vez y no había estado mal. O al menos eso creía. Por su parte, Cristal parecía insatisfecha, seguía meciéndose lascivamente, rejuntaba su cuerpo al mío, ardía por cada rincón. Le pedí que me diera un momento para reflexionar y reponer energías. No sucedió, dormí hasta el día siguiente.
Cuando desperté Cristal preguntó:
─¿Jugo o café?
─Jugo, la cafeína me pone nervioso, -dije.
─Chilaquiles o huevos estrellados.
─Chilaquiles con un huevo estrellado tierno, perdona pero amanecí hambriento, -Cristal esbozó una linda sonrisa.
Desayunamos en silencio. Al terminar, me pidió que después de desayunar, hiciera el favor de retirarme. Era imposible quedarme el resto del día con ella. Me sorprendió de nueva cuenta el misterio que envolvía a esa mujer. En cambio, se mostró entusiasmada para vernos de nuevo el siguiente fin de semana.
─Para ser la primera vez estuviste bien Shavi…es cuestión de práctica…, yo te enseñaré, seré tu maestra.
─Gracias Cristal, seré el mejor alumno.
Continuará….
25 de enero de 2010
Cristal
18 de enero de 2010
Cristal
Capitulo II
Un amigo salvaje llamado Edgar
Invité a Edar, un chiflado amigo de la infancia, era de esos amigos que a ninguna madre sobre la faz de la tierra le gusta para amigos de sus hijos. Era dos años mayor que yo y, dicen que ya había estado en el tutelar por haberse metido a robar la casa de una vecina. Se rumoraba que abría carros para vender los estéreos y, que en la comercial mexicana ya no lo dejaban entrar por ratero, pero no me constaba, conmigo era buena persona, aunque debo reconocer que una vez me robó el control remoto de mi casa, en fin, era mi amigo y lo estimaba. Le advertí que no se fuera a robar nada, se indignó un poco. Lo invité porque además era extrovertido, agradable y se llevaba mejor con las personas más grandes. Pero no fue así. Durante el camino, Edgar compró unas cervezas que en menos de 30 minutos ya se había empinado, bebía enloquecidamente. Llegamos puntuales. Al llegar, Edgar ya estaba borracho. Cuando Cristal abrió la puerta dijo:
─ Shavita, muñeco, en ti estaba pensando, llegaste muy puntual, no ha llegado nadie.
─ Hola…. –Edgar no me dejó terminar y se presentó diciendo:
─ Mi reina, es un placer, me llamo Chayanne, -dijo el muy chistoso y, enseguida le besó de manera lasciva la mano. Era un mal comienzo.
─ Vaya, has venido acompañado Shavi.
─ Si, es mi amigo, Edgar se llama.
─ No soy Edgar, me llamo Chayanne, mira esto. -Y comenzó a aplaudir, haciendo medios giros y giros completos, bailaba como idiota.
─ Ven conmigo mi reina, baila. –Decía el barbaján de Edgar.
─ Que amiguito Shavi…pasen, les invito algo de beber.
Increpé a mi amigo y le dije que no se comportara como un subnormal. Él solo se carcajeó:
─ No te preocupes, déjame a mi la situación, verás como nos hace sexo oral a los dos.
─ ¿Estás loco o que te pasa? –dije indignado.
─ No me dirás que estás enamorado de una golfa, porque vaya que lo es…, qué no te das cuenta…, quién diablos se llama Cristal y usa blusas sin brasiere con minifaldas que no dejan nada a la imaginación….observa, trae llena de oro el pescuezo y las manos, tiene un tatuaje cerca de la nalga y en los tobillos, vive en un departamento lujoso y de mal gusto y, que me dices de esa camionetota…, pero lo más importante; checate los callos que tiene en la palma de las manos…y sabes por qué se les hace; por el tubo…, por el tubo “Shavi”…, está bonita, pero es una pirujilla….-Odié en ese instante a Edgar, todavía el cínico dijo:
─ Mira, lo que es un hecho, es que te quiere follar…, pero de paso yo también aprovecho… ¿cómo ves?
Me molestó la actitud de mi amigo.
Estaba a punto de discutir su teoría, cuando Cristal apareció:
─ De que hablan chicos, -preguntó Cristal, mientras terminaba de preparar las bebidas.
─ De nada, -contesté yo.
─ De tu nombre, -dijo Edgar.
─ ¿Qué tiene mi nombre?
─ Es misterioso. -volvió a contestar Edgar.
─ ¿Qué tiene de misterioso? Es original. -Dijo ella.
─ Si, lo es, -dije yo para terminar la conversación.
─ ¿A que te dedicas? -preguntó otra vez Edgar.
─ Soy asesora financiera de una inmobiliaria.
─ Vaya, vaya, - contestó irónicamente Edgar.
─ Bueno, ya hablaste musho, deja que hable Shavita.
─ No tengo nada que decir. –contesté incomodo.
Una llamada en el teléfono de Cristal, afortunadamente interrumpió la sarta de preguntas y respuestas.
─ Espera, verás lo que le soltaré ahorita, dejémonos de preguntar babosadas, - volvió al ataque Edgar.
─ Estás borracho, querrás que nos corra a patadas.
─ Es una puta, esta acostumbrada a las preguntas fuertes y directas.
─ Te lo suplico, no lo hagas…no enfrente de mí, yo te invite. –Le supliqué y me arrepentí de haberlo invitado.
─ Está bien, lo haré de una manera sútil.
Enseguida volvió Cristal y, Edgar terminó de arruinar la tarde.
─ ¿Oye y tienes algún vicio? –Preguntó el idiota.
─ ¿Me has visto cara de viciosa, o qué? –Respondió Cristal enojada.
─ No para nada…me refiero a que…no sé…yo soy un vicioso al baile, de vez en cuando al tabaco…-Sentí pena ajena. Apreté los ojos y me avergoncé por la estupidez e impertinencia de mi amigo. Cristal respiró hondo. Con sus ojos verdosos me miró fijamente, con la vista me reclamaba como era posible que yo hubiera llevado a aquél orangután como mi acompañante. Volví a arrepentirme.
─Ahora vuelvo, me cambiaré, no tardan en llegar mis invitados. –dijo Cristal secamente y, se retiró.
Molesto, le reclamé a Edgar su insolencia. Éste a su vez, solo se limitó a decirme:
─ La cagué Salvador…no quiere nada conmigo… me voy…suerte matador. Le pedí que se disculpara antes de irnos-, pero agregó:
─ No seas estúpido, quiere contigo, se le ve en los ojos, te quiere coger, no sé como le harás con esas mamadas de tu “virginidad”. Recuerda que es una piruja y esas son otro cantar. Cuídate.
─ Edgar, no te vayas, espera. Por lo menos ten la decencia de despedirte.
De pronto Cristal volvió a la sala, traía un lindo y ajustado vestido negro que relucía magistralmente sus curvas, unas botas negras a la altura de la rodilla y un espantoso crucifijo de oro alrededor de su cuello.
─ Deja que se vaya Shavi…no tardo, estoy por terminar de arreglarme.
Una vez que escuché eso, mi corazón volvió a sucumbir. Y Edgar por fin se largó.
Casi caigo
Esperé 10 minutos cuando por fin Cristal terminó de arreglarse. Se veía espectacular, hermosa. Tomé uno de los cojines que estaban cerca y tapé de inmediato una pequeña erección que tuve al verla. Me sirvió un whisky, le advertí que no bebía, pero insistió tanto que no me resistí. Era la primera vez que mi cuerpo recibía sustancias nocivas, sin embargo lo digerí bastaste bien. Sentía un rico calor, una extraña mezcla de tranquilidad y confort. Hablé sobre mi afición excesivo al deporte, sobre mi familia, religión, el dolor de cabeza que me producían materias como matemáticas y física…, ella, Cristal, parecía muy interesada…, dejó de beber y, se fue acercando poco a poco a mí. De manera suave comenzó a hacerme circulitos en la cabeza, de vez en cuando su mano bajaba hasta tocar mi cuello, daba ligeros apretones a mis torneados hombros…, era delicioso…, ni Liliana cuando se le alborotaba la hormona me hacía sentir aquello. Tuve una erección que no pude ocultar cuando su nariz fría tocó mi cuello, lo olisqueaba apaciblemente, a veces daba fuertes bocanadas, yo mantenía fuertemente el cojín unido a mis piernas que me temblaban infantilmente…, sus manos seguían descendiendo, tocó mis pectorales y sus ojos se agrandaron, -estaba con un púber, pero bien dotado-, sentía su dulce aliento muy cerca de mis oídos, las manos seguían descendiendo, mi respiración era irregular, su mano derecha se acomodó justo en mi entre pierna y, después fue en ascenso, tragué saliva…, recordé mi promesa de virginidad, por un instante dudé en parar esta situación…, pero mi fortaleza moral pudo más e inesperadamente interrumpí aquel acto picante…, que dicho sea de paso, era bastante agradable.
─ A que hora llegan tus invitados, -pregunté.
─ No te preocupes Shavi…, tenemos tiempo…, que perfume usas, hueles delicioso. -seguía olisqueándome.
─ No lo sé, es de mi padre.
Empezaba a flaquear de nuevo, cuando un fuerte toquido me salvó de aquella situación embarazosa. Se trataba de Roxana, Pamela y Olga, tres mujeres igual de espectaculares que Cristal, junto a ellas venía un tipo chaparro, mal encarado mal vestido, mal dotado..., un tipejo desproporcionado, sin más. Al verlo, Cristal hizo cara de sorpresa, una expresión dura, preocupada, nerviosa. En cambio las otras tres seguían risueñas, al verme se presentaron de manera amable. El tipo chaparro se quedó afuera, dentro de una camioneta con vidrios polarizados. Cristal me haló hacia la cocina, me dijo que debía de irme y que en ocho días la buscara. Me advirtió más de una vez que no se me ocurriera visitarla entre semana.
─ El próximo sábado Shavi…no faltes. Aquí te estaré esperando…Y, recuerda no venir a buscarme entre semana. –Un beso en nuestras bocas dio por terminada aquella tarde.
Al salir de su casa, el chaparropanzón me vio de forma retadora…, no me ofusqué, lo vi directo a los ojos y a paso lento me retiré.
Caminé sin cesar, estaba confundido y desconcertado, me hice algunos cuestionamientos:
Primero: ¿cómo era posible mi flaqueza, mi debilidad ante una desconocida?
Segundo: retumbaban en mi cabeza las palabras de Edgar: “es una pirujilla, entiende, ¿quién diablos se llama Cristal?”;
Tercero: ¿quiénes eran esas 3 “amigas” de Cristal, vestidas tan vulgar, con ostentosas joyas y con cuerpos envidiables…, pero sobre todo, ¿quién era ese chaparropanzón?
Cuarto: ¿por qué Cristal se había puesto tan nerviosa al ver al chaparropanzón? y sobre todo, ¿por qué me advertía no ir por ningún motivo a visitarla entre semana?
¿Perderá el joven Salvador la virginidad o su fuerza moral es más grande que una calentura?
¿Quién diablos es Cristal?....Lea el próximo capitulo.