Por: Salvador Munguía
Septiembre es para la mayoría de mexicanos un sinónimo de fiesta. Ningún momento del año es mejor que septiembre para –dicen algunos--- sentir a México en la piel. Patrañas.
Emblemas patrios adornan las calles y las plazas céntricas. Banderas tricolores por doquier. Algunos hombres vestidos de charros y mujeres de chinas poblanas. Mariachis sobrevalorados. Camisetas de la selección mexicana. Ridículos sombreros. Dos por uno en bares. Restaurantes “internacionales” ofreciendo comida típica mexicana. Los medios atascándonos con comerciales cursis-patrioteros. Hasta los programas de revista y chisme hablando de conceptos que desconocen; libertad, patria, soberanía, justicia. Películas de charros hasta el hartazgo. Identidad folklórica charlatana. A fin de cuentas, nacionalismo burgués patriotero, soberanía para las cuentas bancarias.
El 16 “nuestros” militares o mejor dicho el ejército “Nacional y Constitucionalista” desfilarán por las principales capitales del país, como “fiadores” de la seguridad del pueblo. ¿Acaso no se avergonzarán de sus abusos constantes? ¿De su incapacidad para vencer a los malos? ¿De qué son una amenaza?... Septiembre mes de la “patria”, del (des) informe presidencial. De multitudes gritando la noche del 15: ¡viva México cabrones! al “grito de independencia”, de plazas llenas, calles tomadas. En fin, tradición, celebración y fiesta.
Pero no encuentro ningún motivo para celebrar y festejar. No siento orgullo gritar viva México. Al contrario, me da pena ser ciudadano de un sistema corrupto y altamente impune. Ni mucho menos afirmar que “somos el país más chingón del mundo”, o decir estupideces “como México no hay dos”, o peor aún, que “somos la mejor raza que existe”.
Me da miedo salir a la calle y encontrarme con la policía, o con una camioneta del año polarizada. Estoy harto y hasta la madre de escuchar todos los días de levantamientos, ejecuciones o acribillados. Asqueado de nuestros políticos incapaces, corruptos, blandos. No existen otras noticias que no sean narcotráfico y secuestro. La sociedad se “manifiesta” para reclamarle a nuestros gobernantes que sí no pueden renuncien —cosa que no harán— después del secuestro y muerte del hijo de un empresario. Esos holgazanes que tenemos como autoridades piden la pena de muerte, — ¿será también para asesinos de niños pobres y jodidos como la gran mayoría que ocupamos esa condición?— que no sé supone que están para detener la violencia, no fomentarla. ¿Habremos de sentirnos orgullosos en una patria llena de rencor, ira y con sed de venganza? ¿De un poder opresor que lo único que genera es más violencia? ¿Dónde están los ideales de independencia? ¿Y los héroes que se partieron la madre (no todos) por una vida más digna? ¿Dónde está la libertad si transitamos nuestras calles y carreteras con temor e inseguridad? ¿Qué pasó con la justicia? Si está corrompida, viciada. El cáncer en las policías y jueces parece incurable. ¿Apoco algún día la tuvimos? ¿Igualdad? Si existe un “nacionalismo” burgués basado en la desigualdad económica, educativa y cultural extrema. ¿No parece absurdo tener al hombre más rico del orbe? ¿Dónde están las promesas de nuestro presidente? ¿Qué no era el gobierno del empleo?....El “presidente del empleo” tiene una economía mexicana en el último lugar de crecimiento en Latinoamérica. Estamos en las manos de un gobierno estancado. Millones de personas obligadas a emigrar para trabajar.
¡Dónde están nuestros héroes!... Los que sean… ¡Dónde!…. Ahora ni julios cesar chávez, ni hugos sanches. Cuanta razón tenía el genial Salvador Elizondo al afirmar que “somos un país destinado al fracaso”. Y es cierto. No destacamos en nada. Para muchos el deporte es el espectáculo que pudiera aliviar nuestras derrotas. Pero sucede lo contrario. Las alimenta. Nuestra incapacidad para crear deportistas altamente competitivos se repite cada cuatro años. Cada mundial de fútbol. Cada tropiezo de nuestros atletas es un navajazo en el espíritu de la mayoría de los mexicanos. Buena culpa la tienen, si otra vez, el gobierno corrupto. ¿Cómo es posible que un mafioso como Mario Vázquez Raña tenga más de 30 años como dirigente deportivo? El “sistema” ha convertido una actividad humana tan “disfrutable” en una mercancía más. Por supuesto también tiene mucho que ver el sistema educativo diseñado por el capitalismo depredador para hundirnos en la idiotez, con profesores mediocres e ignorantes, y claro, los propios atletas. ¿Somos una raza con alguna deficiencia genética, de “mongoles”, que no nos permite competir de frente a frente? A veces pienso que si.
Finalmente me da igual si una persona es más rápida que un cohete, si otro es más fuerte que Sansón, si a Quirino le quedó chico el uniforme, o si al machista le dieron agruras a la hora de competir. Pero lo que si me encabrona, es ver a mi abuela Yeya mortificada con tanto fracaso, suficiente tiene con el enfermo, enfadoso y absorbente de mi abuelo.
¿Orgulloso de mi país? Ni madres. Pero aquí esta la gente que estimo y quiero. Las cosas que me gustan. El caldo de pollo de mi abuela, o el tlalpeño de mi madre. El lugar donde nacieron mis padres, abuelos, hermanos. Aquí están mis amigos. Las tumbas de mis queridos. Aquí están las cantinas que conozco. Las mujeres por las cuales me emborracho.
— Licenciado, ¿pues que tanto escribe?
— Nada que te importe Filemón. Estamos jodidos.
— ¿Quiénes?
— Déjame en paz Filemón, ¿quieres?
— El tequila hoy está a 2 x 1.
— Sírveme lo de siempre, el tequila me pone insoportable.
— Oiga lic., ¿ya escuchó que nuestras mujeres mexicanas ocupan los primeros lugares en el mundo de obesidad?
— Me importa un carajo, pero todo se puede esperar de este país…deberías decirle a tu mujer que deje de comer pozole y enchiladas, está demasiado gorda.
— No entiende, ya le dije…. -----¿listo pal grito mi lic.?
— No, antes dame la cuenta.
— Le recuerdo que mañana no abrimos lic.…..¡y viva México!
— Chinga tu madre Filemón.